Seleccionar página

Las ejecuciones tienen todo el sello del crimen organizado. Cuerpos que fueron golpeados, torturados, fracturados, incluso quemados, para posteriormente recibir el tiro de gracia. Los cadáveres fueron arrojados en parajes solitarios, pero también en una de las súper carreteras más transitadas de la entidad. Este escenario no se refiere a Tamaulipas o a Guerrero; se trata de Tehuacán, Puebla, que está en medio de una guerra por la plaza.

El ‘Efecto Facundo’, el fenómeno del comercio ilegal de combustible, aunado a la venta de estupefacientes esta haciendo que dos grupos antagónicos se enfrenten por el control de la plaza. Y es que tanto para la venta de huachicol, como en el terreno del narcomenudeo, Tehuacán es un mercado sin comparación.

La segunda ciudad más grande de la entidad; centro comercial del sureste; punto de reunión de la Sierra Negra con la Mixteca, el valle de Tehuacán tradicionalmente ha sido el punto en que confluyen el comercio, la economía y las vidas de incontables generaciones de poblanos, veracruzanos y oaxaqueños.

Y hoy que el país y el estado están sumergidos en una crisis de seguridad que no tiene parangón, ni antecedente, Tehuacán permanece como el epicentro de actividades monetarias, pero en este caso ilegales.

En el terreno del narcomenudeo la ciudad gozaba de una serenidad excepcional. Una sola familia controlaba el negocio de los estupefacientes con total calma y tranquilidad. Pero llegó el exSecretario de Seguridad Pública Jesús Rodríguez Almeida a romper aquella frágil estabilidad deteniendo al líder del clan de narcomenudistas. Por supuesto el consumo de enervantes no disminuyó, mucho menos se detuvo; lo único que logró fue abrir la ciudad a otras células y grupos, que en más de una ocasión se han enfrentado.

Luego llegaría el ‘Efecto Facundo’ (en honor a su padre el exSecretario de Seguridad Pública Facundo Rosas Rosas), el ‘Boom del huachicol’ y en este terreno el municipio de Tehuacán también es una plaza espléndida y privilegiada; sobre todo por el enorme parque vehicular que tiene el transporte público, tanto en la cabecera, como en toda la Sierra Negra.

Debe subrayarse que en la región también operan alcaldes huachicoleros; tal y como aquel de Palmar de Bravo. Ediles que protegen las casas de venta de combustible, que cierran los ojos y extienden la mano. Presidentes municipales que están claramente involucrados con la delincuencia, no solo de los hidrocarburos, sino también con la Trata de Personas e incluso señalados por su participación en la desaparición de jóvenes tehuacaneras. A ese grado.

Y ahora que dos huachicárteles se pelean el negocio de la extracción y venta de combustible la guerra ha llegado a la otrora serena ciudad de Tehuacán. Por esto hoy vemos camionetas con hombres armados que atraviesan retenes de la Policía Estatal a punta de disparos; dejan cuerpos con señas de tortura en distintas zonas; operan el robo de vehículos a niveles nunca antes vistos.

De hecho están tomando el control de la ciudad ante la mirada impávida de un Ayuntamiento que hace mucho tiempo quedó rebasado, desbordado.

En otros momentos el exgobernador Rafael Moreno Valle habló de implementar el modelo del ´Mando Único Policial’ en Tehuacán. Es decir desaparecer la Policía Municipal y transferir todas las facultades a la Policía Estatal.

A estas alturas, en la peor crisis de seguridad que se haya visto es claro que la implementación de ese modelo puede ser una solución; puede, aunque nada lo garantiza. No solo Tehuacán, sino una región entera esta bajo una ola de violencia aguda.

El gobernador Tony Gali Fayad debe sentarse a diseñar una estrategia específica y concreta para esta zona del estado. Antes de que Tehuacán se convierta en la Orizaba poblana.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.


TAGS