En una mesa de reuniones la conclusión fue una sola: ‘simplemente es insostenible’. Dejarla en el cargo tendría un enorme costo social y fuertes consecuencias políticas para las elecciones intermedias.
Todos los factores se sopesaron. Su personalidad desleal y traicionera que lo mismo la llevó a arrojarse a los brazos del morenovallismo en plena campaña electoral, que posteriormente lanzar a toda su parentela en abierto respaldo a Alejandro Armenta.
Políticamente la señora no tiene confiabilidad alguna.
Ni sus correligionarios, ni la dirigencia de su partido pueden fiarse de su palabra. Saben que en un minuto puede dar un bandazo de 180 grados y darles la espalda con toda facilidad.
Socialmente la primera regidora está llevando a la Angelópolis a una crisis de inseguridad y violencia nunca antes vista. Sus mandos policiacos no han dado, ni darán resultados. Es de esperarse que los índices delictivos sigan creciendo.
Sus enfrentamientos son contra todos los sectores representativos: empresariales, académicos, comerciales. Por todo esto sostener a Claudia Rivera Vivanco como presidenta municipal de Puebla sería desastroso para el proyecto Morena en los años por venir.
Por supuesto que para la lideresa nacional Yeidckol Polevnsky lo ideal sería urdir a la brevedad la destitución, generar un ejercicio para la revocación de mandato y así consumar la caída de la alcaldesa en cuanto sea posible.
Pero en la cúpula nacional son más serenos y sosegados. Por ello, desde éste momento se busca un recurso amable, poco violento, algo conocido como ‘salida digna’. Se le puede dar a Rivera un cargo en el gabinete ampliado: subdirectora regional de la CFE; delegada del IMSS en Coahuila; coordinadora de los programas de Bienestar en Sinaloa.
Algún cargo equivalente que sea disfrazado de ‘nombramiento presidencial’, para así sacarla de Puebla, porque como se dijo en aquella mesa de reuniones: ‘simplemente es insostenible’. Pero es un hecho, su salida ya se está estudiando.
#PueblaViolenta.
Las dos guerras detrás de la fosa del mercado Morelos.
El caso del mercado Morelos es un episodio de extrema violencia que se enmarca en dos guerras.
La primera es la lucha por el control del narcomenudeo en Puebla capital. La segunda es la puja política por llegar al próximo gabinete.
José Christián N. el llamado ‘Grillo’ es el líder de una extensa red de narcomenudeo local. Tiene el control de varios mercados. Sin embargo desde hace semanas se menciona la entrada de un poderoso capo llamado Abel ‘El Michoacano’, quien pertenece al Cártel de Sinaloa. Ambos pelean por el control de la plaza.
La otra puja es la política. La de los personajes que buscan ser ratificados en el próximo gabinete barbosista. Concretamente Fernando Manzanilla y Manuel Alonso están bajo la lupa.
Precisamente el día que arrancó la campaña de Barbosa y su promesa de crear un nuevo Estado de Derecho para Puebla, aparecen los cuerpos desmembrados en Chachapa, colocando a Puebla al nivel de Tamaulipas. El golpe es devastador para los funcionarios responsables de la gobernanza y la seguridad.
Pese a que el discurso oficial sostiene (en innumerables mensajes), que Morelos es el epicentro del tráfico de enervantes, paulatinamente Puebla esta peleando el fatídico título.
Pero no olvide este doble escenario. En Puebla se libran dos batallas.
La primera es la guerra por el control del narcomenudeo. Ahí se enfrentan las redes locales contra el llamado ‘Michoacano'. Episodios como los de Necaxa y Amozoc están claramente relacionados. Hay un nuevo capo que quiere tomar el control de la entidad y se mueve por toda la geografía poblana.
Si los cuadros políticos pueden detener esta guerra podrán pedir su ratificación en el próximo gabinete. De lo contrario será poco probable.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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