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Así es estimado y generoso lector.

La pregunta de ninguna manera es ¿Puede Lastiri convocar a la unidad entre los priistas? Esa interrogante por obvia respuesta periodística se descalifica, se elimina.

La pregunta de fondo que puede describir y retratar el autodestape de Juan Carlos es ¿Quién puede confiar en él?

Por supuesto el exgobernador Mario Marín Torres es uno de los que le brindan su confianza. Su tío Miguel es otro. Pero a partir de ahí, en la clase política, en la cúpula tricolor ¿Quién puede confiar en el cachorro del cacicazgo zacateco?

Si Blanca Alcalá, con su sonrisita de quinceañera tlaxcalteca no pudo convencer ni a la élite política, ni a la base militante ¿Qué puede hacer Lastiri?

Los resultados electorales en Zacatlán muestran dos opciones; la primera es que Juan Carlos no tuvo ni la fuerza, ni la presencia y mucho menos la operatividad para sacar votos a favor de su malograda abanderada. La segunda opción es que el heredero del cacicazgo serrano hizo una labor de brazos caídos, sacó las manos y se abstuvo de maniobrar.

En cualquiera de las dos opciones es evidente su deleznable postura política.

Hay dos fotografías que nos muestran el verdadero rostro de Juan Carlos.

La primera placa la encontramos en Tehuacán; lugar en que el funcionario federal es conocido por utilizar su investidura política para satisfacer sus apetitos personales.

En 2015 el priismo tehuacanero sufrió la más grande fractura que se haya visto. Solo como un ejemplo para entender semejante catástrofe habría que remontarse cuarenta años para encontrar un episodio semejante.

Lastiri se empecinó, se obsesionó en imponer a su capricho, a su antojo y con esto causó un desastre del que el tricolor aún no puede recuperarse. Los priistas se fueron a otras opciones electorales; se refugiaron en el PRD, en el PANAL, en el Partido Humanista, en Movimiento Ciudadano y uno como candidato independiente.

Lastiri fue el gran responsable de la atomización priista.

¿Qué razones políticas o ideológicas lo llevaron a impulsar una burda imposición? Vaya, digamos, ¿Había alguna razón empresarial, financiera o de negocios?

Nada, nada absolutamente. Juan Carlos utilizó al partido para colocar un caprichito personal. Otros políticos regalan alhajas, autos. Lastiri regala diputaciones. Fiel émulo, alumno preclaro de la “tesis ideológica” del Profesor Moisés Carrasco Malpica.

La otra fotografía de Lastiri se reveló en días recientes cuando el consumado periodista Alejandro Mondragón publicó algunos de los enjuagues del Subsecretario de la Sedatu. La reacción fue desproporcionada, arrebatada, alterada y visceral. Y nos mostró una nueva fotografía de Lastiri, su otra obsesión, su devoción por las venganzas.

Fue el mismo Mondragón quien se encargó de exhibir a los operadores de redes sociales del zacateco quienes en sus perfiles utilizan fotografías de bellas mujeres.

Los trolles travestis de Lastiri son la nueva faceta del aspirante a gobernador, quien no está dispuesto a aceptar críticas, ni señalamientos, mucho menos evidencias de su rapacidad. Aquel que ose, que se atreva a señalarlo será ferozmente atacado por sus trolles travestis.

Esta es la fotografía de quien se destapa a sí mismo como aspirante a gobernador en 2018. Nadie se ha  expresado en su favor; nadie lo secunda; ni un sector de su partido le ha mostrado alguna simpatía.

El protegido de Rosario Robles Berlanga solo espera que desde las alturas sea ungido como abanderado. Posibilidad en extremo difícil.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.


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