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En horas recientes la Fiscalía General del Estado informó el nombramiento de Gerardo Mejía Granados, nuevo titular de la Agencia Estatal de Investigación; se trata del nuevo jefe de la policía ministerial, antes llamada judicial.

Con un perfil muy parecido al de Higuera Bernal, el funcionario policiaco tiene una amplia experiencia en las delegaciones de la Procuraduría General de la República (PGR) en distintas entidades del país, así como en la Ciudad de México. Se trata de un investigador de carrera, con amplio oficio.

Pero sin duda el gran reto que tiene será practicar el levantamiento de un cadáver. El occiso es un órgano policiaco que Juan Luis Galán Ruiz dejó en el abandono total y absoluto.

Galán era el brazo operador de Víctor Antonio Carrancá Bourget y actuaba de la misma forma: indolente, apático, inoperante, irresponsable. El ex funcionario jamás recorrió las comandancias del interior del estado; nunca fue a conocer las condiciones en que se encuentran los policías ministeriales de Huauchinango, como tampoco se paró en Ajalpan. Era todo el modelo Carrancá solo que corregido y aumentado.

Esto provocó que la policía ministerial perdiera su esencia. Los elementos dejaron de sentir la obligación y se colocaron en una zona de confort donde lo primero fue cruzarse de brazos. La cantidad de oficios de investigación quedaron amontonados por centenas. Como no había cabeza, ni brújula, en las comandancias cada quien hacía lo que quería.

En algunos casos los agentes cayeron en la tentación de aliarse con el bando contrario. Poco, muy poco se ha dicho de la corrupción dentro de las filas de la policía ministerial. De ninguna manera puede generalizarse. Aún en los tiempos oscuros de Galán muchos elementos continuaron con la tradicional mística y arrojo, pero otros no dudaron en tender puentes con bandas de huachicoleros y asaltantes en carreteras. Y los cobros era en efectivo o en especie.

Otros convirtieron las comandancias en agencias de Seguridad Privada y las pusieron al servicio de empresarios y caciques regionales.

Esa es la herencia que recibe Gerardo Mejía Granados; una policía ministerial en el peor de sus momentos. El primer paso que deberá dar es recorrer, conocer físicamente todas y cada una de las comandancias; empolvarse los zapatos y adentrarse en regiones que los altos mandos nunca visitan.

Luego inexorablemente deberá crear una nueva estructura para asuntos internos; la actual contraloría está rebasada. Mejía debe investigar a sus mismos elementos para saber hasta qué grado están coludidos con la delincuencia. La escena es muy descriptiva: sabuesos olfateando sabuesos.

El reto es enorme, descomunal; le corresponde conducir un barco en la noche más oscura que haya visto Puebla. Pero por algo lo eligió el Doctor Higuera Bernal como su navegante.

Estaremos atentos.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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