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Los viejos políticos hablaban de las tres virtudes del oficio: paciencia, prudencia y persistencia. En base a esas tres premisas se cimentaron las décadas de estabilidad que el priismo pudo darle al país. Los políticos profesionales también le llamaban: institucionalidad.

Todo esto viene a cuenta porque en las últimas horas hemos visto a Martha Erika Alonso Hidalgo pronunciando discursos que bien pueden considerarse beligerantes.

En la rueda de prensa que ofreció con la directiva del PAN la señora se refirió al ‘poder en turno’; es decir aludió al presidente López Obrador. Horas después realizó otro encuentro con medios pero respaldada por la cúpula de Movimiento Ciudadano. El mensaje fue aún más drástico, tajante y directamente abrió fuego contra la titular de Gobernación, quien es considerada mano derecha de AMLO:

“Exhorto al gobierno federal para que se les permita (a los magistrados) ejercer con libertad su función jurisdiccional y hago referencia a esto porque no se entiende la reunión previa del magistrado José Luis Vargas Vélez con la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, misma que el propio magistrado hizo pública previo a qué filtrara la resolución”.

Estamos ante un discurso en tenor de confrontación. En un breve y somero análisis lingüístico tenemos que decir que presenciamos una drástica fractura.

Pero hay que decirlo, sin duda alguna Martha Erika Alonso y su esposo tienen razón en la lectura que hacen. Existe un inapelable, indiscutible tratamiento político en la sentencia que el Tribunal Electoral emitirá en próximas horas.

Aquí en esta Cúpula anticipamos que las fuerzas de Morena estaban moviendo cielo, mar y tierra para llevar la resolución hasta la cancha que representa el sexenio del tabasqueño. Una vez pasado el primero de diciembre el país tiene un nuevo jefe político.

Y también hace unos días hicimos una retrospectiva; textualmente apuntamos: el morenovallismo tuvo su sostén en dos presidentes de la República. Pero hoy estamos ante un escenario radicalmente diferente, distinto a aquel de 2010.

El presidente López Obrador claramente ha mostrado un desdén, una distancia hacia el grupo político que mantuvo el poder en la entidad. Y esto se refleja en su negativa a visitar Puebla hasta que se resuelva de manera definitiva el conflicto poselectoral.
Estamos ante la gran diferencia que entraña tener un presidente aliado, a otro en contra.

Ante esto el matrimonio Moreno Valle Alonso debe de recodar aquellas otras tres máximas de la política: ‘Sumar, sumarse o sumirse’.

Y deben aceptar que simplemente no es momento para confrontaciones.

Es claro que el lopezobradorismo no les va a responder con palabras; la Secretaria de Gobernación Olga Sánchez Cordero no va a contestar las alusiones personales. Pero en este momento sería un grave y craso error lesionar aún más los puentes.

La relación entre la burbuja de AMLO y el clan Moreno Valle ya es mala. Pero sería catastrófico que profundizaran en esas diferencias.

Los tiempos de la confrontación ya pasaron. Este es un momento para la serenidad, la prudencia y la aceptación.

Ojalá nos lean.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.


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