Hace días apuntamos que Claudia Rivera Vivanco tiene una personalidad caótica; que no sabe construir, edificar, ni proponer. Por eso choca contra todo aquel que la cuestione; es incapaz de ejercer un minuto de autocrítica.
Lo suyo, lo verdaderamente suyo es la destrucción, la traición, la deslealtad y la opacidad.
Lo que estamos presenciando en el Centro Histórico de la ciudad de Puebla es el desdén, el repudio de una alcaldesa contra sus gobernados.
Desde un principio comerciantes establecidos rechazaron la propuesta de realizar obras en el primer cuadro. Explicaron claramente que la pandemia había afectado sus ventas por varios meses y que las obras vendrían a lesionar aún más a sus establecimientos.
Nada de eso le importó a la señora presidenta quien de plano aplicó la máxima salinista: “A ustedes ni los veo, ni los oigo”.
Y ahora después de su derrota sigue en la misma actitud revanchista, pero ya con un matiz de clara venganza.
El comercio establecido pide que se retire ese “muro de la vergüenza” que se colocó en el zócalo. La alcaldesa ordenó levantar tapias alrededor del corazón de la ciudad; pero como las obras no se hicieron, todo lo que dejó abandonado en una escena denigrante para una urbe de la importancia de Puebla.
El escenario en la calle 8 Poniente representa la misma actitud vengativa; una represalia contra la sociedad y los comerciantes establecidos. La obra se quedó botada durante dos meses y medio; los adoquines fueron levantados, se colocaron mallas para impedir el paso causando un enorme daño a la economía de la zona. Ante el abandono los comerciantes decidieron reabrir la calle, aunque está en condiciones deplorables.
Pero Claudia no se inmuta. Se pasea por otras zonas del Centro Histórico tomándose fotos, como si fuera una turista, mientras la situación es anárquica.
La señora no se da cuenta que sigue sembrando vientos que serán tempestades y cuando se vea envuelta en querellas ante la Fiscalía, esos comerciantes van a salir a las calles a festejar.
Eduardo Rivera Pérez fue de los más votados en el país.
La nota es que Eduardo Rivera Pérez está dentro del grupo de candidatos electos que tuvo mayor cantidad de votos en todo el país. Sin duda hizo una buena campaña y fue respaldado por una planilla consistente; pero también se debe decir que ese efecto se debió al enorme rechazo que la sociedad poblana siente por Claudia Rivera Vivanco. Fue la fobia a la alcaldesa la que generó ese alud de votos que desbordaron las casillas de la zona conurbada. Clau-Tanic también tuvo un rol importante en la copiosa votación de Lalo. Honor a quien honor merece.
En Coyomeapan los ánimos poselectorales no ceden; la crisis va para largo.
El municipio de Coyomeapan enclavado en la Sierra Negra poblana sigue sumergido en una grave crisis poselectoral. El cacicazgo de los hermanos Araceli y David Celestino Rosas que por 11 años han gobernado la población, siempre acompañados de pistoleros y sicarios, desbordando la criminalidad en la zona, ya causó enormes reacciones de rechazo. Los caciques acusan que detrás de las movilizaciones sociales en su contra está Antorcha Campesina lo cual es falso. Realmente se trata de grandes grupos de pobladores que salen por miles a marchar para exigir el recuento voto por voto, casilla por casilla. El tema ya llamó la atención de medios nacionales.
En Tehuacán están resurgiendo grupos delictivos.
Hace unos días el gobernador Barbosa Huerta declaró que los “chiapanecos”, refiriéndose a Raciel López Salazar y sus colaboradores se habían “llevado todo”. Los hechos indican que también sustrajeron el llamado Atlas Delincuencial que era un gran compendio con fichas y datos de los principales hampones que operan en la entidad. El asunto es delicado porque en semanas recientes Tehuacán ha sido escenario de robos y asaltos de alto impacto. Todo indica que los criminales ya se percataron que hay un bache, un vado transitorio entre los que se fueron y quienes llegaron.
Como siempre quedo a sus órdenes en cúpula99@yahoo.com
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