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Las imágenes fueron desgarradoras; más allá de lo imaginable. Un bebé en medio de plásticos que ya estaba en la cámara frigorífica del hospital IMSS La Margarita, porque en un proceder criminal lo declararon como occiso.

Más adelante se conocieron otros casos de infantes que se baten entre la vida o la muerte a causa de la negligencia médica. En horas recientes se acusa desatención en el deceso del recién nacido Olinser Omar.

En todos estos casos hay conductas que son una constante: actos de completa negligencia; indiferencia y cerrazón de los directivos; pero sobre todo una actitud déspota y arrogante por parte de médicos y enfermeras.

Mención aparte merecen las llamadas “trabajadoras sociales” que en la mayoría de los casos son las personas más prepotentes y grotescas en todo el hospital de La Margarita.

Todo esto sucede ante la mirada indolente de uno de los peores titulares que el IMSS ha tenido en su historia: el junior Zoé Robledo Aburto; un sujeto banal, frívolo y quien nunca tuvo la estatura para una obligación de ese calado.

En el Senado de la República subía a la tribuna a declamar poesía, pero en el Seguro Social solo permite infamias.

El régimen presidencial que ofreció un sistema de salud de primer mundo está llevando al IMSS y al ISSSTE a la muerte por inanición. Además causó un desabasto nunca antes visto de medicamentos oncológicos y vacunas.

Lo más probable es que todos esos casos permanezcan en el olvido y después de un par de meses pasen a formar parte del archivo de la fiscalía.

Esto no puede ser posible.

Simplemente no se puede permitir.

Sobre estos hechos la clase política no hace pronunciamiento alguno, por la razón de que a la gran mayoría de los agentes locales solo les interesa la grilla, la pequeña “tenebra”, el golpeteo barato. Pero jamás tomarán un caso de estos para ayudar a las familias a que se haga justicia.

Aquí es donde deben entrar los bufetes jurídicos universitarios o de abogados recién egresados.

En toda institución siempre hay alumnos sobresalientes, brillantes, que tienen los conocimientos, pero sobre todo el brío y el arrojo para enfrentar estas cruzadas. Estos jóvenes con la conducción de sus catedráticos pueden lograr que se haga justicia.

Es claro que a los santones del Derecho, a los grandes despachos que litigan asuntos millonarios poco les importan estos dramas. Nunca van a bajar de su pedestal para darle la mano a los padres agraviados.

En todos los casos que han ocurrido en La Margarita debe intervenir la Comisión Nacional de Arbitraje Médico (CONAMED). Es el gran árbitro que debe realizar una profunda evaluación de los factores científicos y los protocolos involucrados.

Los médicos y enfermeras responsables deben ser sometidos a sanciones, no solo administrativas, sino incluso penales y para ello forzosamente se requiere de un arbitraje sólido e irrefutable.

No todos los galenos, ni todas las enfermeras son ángeles blancos.

En estos casos queda demostrado que son unos demonios que deben ser erradicados, expulsados de la noble profesión.

Ojalá un grupo de jóvenes abogados se ofrezca a llevar estos casos ante las instancias que sean necesarias. Si dan una respuesta favorable en Cúpula daremos puntual seguimiento a su labor.

En todo México son los jóvenes quienes están generando cambios y en Puebla no deben ser la excepción.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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