La caída del Partido Encuentro Solidario (PES) y su capitán Fernando Manzanilla Prieto es un hecho irreversible. Apoyados por el aparato presidencial por el momento pueden revertir su extinción en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF). Pero tarde o temprano van a desaparecer.
Los partidos se basan en una premisa ideológica. El PRI surgió del nacionalismo revolucionario; luego del desastre y la revuelta armada, le dio estabilidad al país por 70 años. El PAN emanó de la democracia cristiana. Y la izquierda desde el Partido Comunista Mexicano y el Partido Socialista Unificado de México se basan en las tesis del bloque soviético y cubano.
¿Pero cuáles son las premisas que sostienen a pequeños partidos como Encuentro Solidario?
No tienen de dónde agarrarse. Son membretes pragmáticos que así como surgen, de la misma forma desaparecen.
Y sus líderes son exactamente iguales. Una de las grandes carencias de Fernando Manzanilla es que carece completamente de una ideología. No tiene un pensamiento político que sea su cayado.
Sirvió al gobierno priista de Melquiades Morales; fue pivote en el régimen panista de su cuñado; luego aterrizó en una administración emanada de Morena; ahora está en el membrete que ocupa la cúpula cristiana del país.
En 23 años ha cambiado cuatro veces de camiseta.
Su verdadera personalidad es utilitarista e individualista. Manzanilla no mueve un dedo si no ve beneficios constantes y sonantes. Por esa razón en 23 años nunca tejió lazos con la base social; él se mueve en la alta esfera poblana, en la que por cierto siempre ha fracasado.
Pero hace unas semanas narramos cómo líderes de la Sierra Negra le gritaron y lo increparon en la explanada municipal de Tehuacán. En las poblaciones del interior lo ven como un burócrata indolente, indiferente y completamente alejado de las causas sociales.
Lo mismo en la Sierra Negra que en la Mixteca, Fernando es visto como un divo de la política que nada aporta y en nada apoya.
Pero en realidad Manzanilla nunca ha sido político y jamás lo será. Aún hoy sigue en Puebla donde su cuñado lo dejó enquistado; pero es incapaz de moverse por si solo en la Ciudad de México. Aquí como lo hemos dicho, va de más a menos y después a menos y cada vez menos.
Hoy, después del naufragio trata de salvarse en una pequeña tabla.
Melquiades regresó a las reuniones priistas, porque ya no está Moreno Valle.
Ayer narramos la presencia de Alejandro ‘Alito’ Moreno Cárdenas en Puebla y la asistencia del exgobernador Melquiades Morales Flores.
Pero un lector nos hacía ver que la filiación tricolor del ex mandatario es por demás cuestionable. Durante el morenovallismo todo el clan Morales estuvo entregado al albiazul.
Su yerno David Villanueva Lomelí fue el príncipe de la Auditoría Superior del Estado (ASE) donde dictaba “positivo” (visto bueno) o “negativo” (rechazo) de las cuentas públicas. Y hasta hace unas semanas su sobrino Jesús Morales Rodríguez fue el candidato del PAN a la diputación federal por el distrito de Tepeaca.
¿Entonces realmente con qué partido está la lealtad?
Porque durante los años recientes se decían priistas, pero en los hechos sirvieron al panismo.
Estamos desconcertados.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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