Las versiones apuntan que el todavía diputado local José Juan Espinosa Torres presentará una licencia para separarse del cargo. Se asegura que el documento ya se entregó, pero que no se hizo en forma debida por lo que el martes 3 de noviembre volverá a enviar la misiva.
La reacción de José Juan es dramática. Apenas hace unos días se mostraba belicoso afirmando que estaría en la boleta en el proceso electoral de 2021; también de manera arrojada acudió a la Fiscalía a denunciar al auditor Francisco Romero Serrano.
Las transmisiones de Espinosa a través de sus redes sociales eran cotidianas y monotemáticas. Todas eran cadenas de señalamientos en contra del gobernador Barbosa Huerta. Pero al cierre de esta columna se cumplen 72 horas de silencio en las cuentas del legislador.
Probablemente este lunes nos sorprenda con una transmisión vía Periscope desde las montañas del sureste guatemalteco.
Pero si esa solicitud de licencia se presenta estaremos ante un episodio inédito en la historia de Puebla.
Un legislador -sin fuero-, que se evade, se escabulle para evitar el proceso iniciado por la Fiscalía General del Estado (FGE).
Realmente estamos ante una escena trágica; sobre todo por el cambio abrupto de aquel ánimo provocador. Aquellas transmisiones coléricas y ácidas se convirtieron en un silencio semejante al de los sepulcros.
Las implicaciones y secuelas están a la vista. La mañana del domingo primero, una cabeza ensangrentada apareció en la cama de la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco quien puede verse en el espejo de Felipe Patjane, Eukid Castañón y recientemente de José Juan Espinosa.
A Rivera le fueron perdonadas todas las deslealtades; sus vínculos con Martha Erika Alonso, su devoción por Alejandro Armenta. Todo eso fue olvidado. Por eso fue invitada a Casa Aguayo para crear un mando policial único en la ciudad de Puebla.
Pero de la noche a la mañana a la alcaldesa se le botó la canica y comenzó a lanzar videos llenos de denuestos y descalificaciones. Hace unas semanas cesó las hostilidades y desde entonces desesperadamente busca un acercamiento.
Claudia aún no se da cuenta que ya es demasiado tarde. Los puentes están incendiados.
Tarde o temprano correrá la misma suerte de otros que -sin necesidad-, patearon el avispero.
Al tiempo.
Miscelánea poblana.
Puebla la sociedad politizada que se marchitó.
Una radiografía de los grupos y la actividad política de Puebla resulta apasionante.
En la Angelópolis hay personas que formaron parte de una izquierda combativa y crítica. Al mismo tiempo la ciudad fue uno de los ejes de la derecha y meca del Yunque. En los momentos de mayor crispación social y política todas esas corrientes tuvieron una actividad que realmente se desbordaba.
En una misma ciudad dos corrientes antagónicas crecieron y se desarrollaron.
La izquierda poblana tiene sus orígenes en el Partido Comunista Mexicano; muchos migraron al Partido Socialista Unificado de México (PSUM), luego al Frente Cardenista, para años después desembocar en el PRD.
Sin embargo las coaliciones, alianzas y la compra que el morenovallismo hizo del PAN y el PRD marchitaron lo que era un mosaico multicolor de pensamiento político.
La maquinaria del pragmatismo terminó por degradar todo aquel legado ideológico.
Hace poco tuvimos la oportunidad de platicar con una figura de la izquierda tradicional quien nos habló de las personas que mantienen una firme militancia.
Pero desde 2010 aquella corriente impetuosa fue diluida. Con el tiempo algunos cuadros de la izquierda caminaron por rutas diferentes: PRD, Partido del Trabajo o Morena.
La izquierda poblana se debe entender a través de sus mujeres como Dora Luz Sánchez Valencia, Rosa María Avilés Nájera, Elba Cerezo González, María Juana Villafaña Tello, Esther Martínez Romano, entre otras. Incluso Eloísa Vivanco, madre de la alcaldesa Claudia Rivera Vivanco tuvo una aguerrida militancia en los movimientos de izquierda; nada que ver con la trivialidad de su hija.
Varones que siempre tuvieron una participación aguerrida como Arturo Loyola González, Julián Rendón Tapia y en fechas recientes Vladimir Luna.
Hoy estamos ante la sombra de una nueva coalición rumbo a las elecciones de 2021. Los cuadros de la izquierda tienen la oportunidad de redefinir su postura y navegar contra otra corriente de pragmatismo.
El 2021 representará una coyuntura que les permitirá asumir una personalidad propia. O volver a desdibujarse entre colores ajenos.
Jiménez Castillo: el oportunismo en los peores años de Tehuacán.
José Miguel Jiménez Castillo, esposo de Mónica Lara Chávez, diputada local emanada del Partido Encuentro Social (hoy Solidario) y hermano de la panista Blanca Jiménez, está convertido en el mando mayor en el palacio municipal de Tehuacán.
Andrés Artemio Caballero, suplente de Felipe Patjane y quien no ata, ni desata, llevó a dos operadores para que orientaran su atropellada y errática administración.
El primero fue José Momox, quien ocupa la Secretaría General pero anunció que en enero dejará el cargo para irse al comité nacional del PES
Ante el vacío de autoridad y el total desconocimiento que muestra el presidente suplente, el abogado José Miguel Jiménez Castillo fue nombrado Director General de Gobierno y ha tomado facultades plenipotenciarias.
Por las noches y madrugadas Jiménez encabeza operativos para clausurar tugurios y por las mañanas con machete en mano sale a limpiar de matorrales el dren de Valsequillo.
Por supuesto, todo es un espectáculo de oportunismo político.
José Miguel aspira convertirse en el candidato del PES a la diputación federal por el distrito de Tehuacán.
Apenas hace tres meses llegó a la otrora ciudad de las granadas, pero al ver la anarquía y el caos no dudó un momento en comenzar a hacer un burdo proselitismo con miras a una postulación.
Continúan los peores años de Tehuacán y esto es tierra fértil para los oportunistas.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
TAGS