En horas recientes la nota la dio la todavía dirigente estatal del PAN Genoveva Huerta Villegas quien realiza nombramientos con la intención de reelegirse. El problema que tiene es el mismo de Claudia Rivera Vivanco; no aceptan que su ciclo ya concluyó.
Eduardo Rivera Pérez no es político de venganzas o rencores, pero tampoco va a permitir que Genoveva permanezca en un cargo en el que únicamente ha hecho daño al panismo. Los caprichos, las actitudes atrabiliarias y arbitrarias de Huerta Villegas causaron más descalabros que aciertos.
Desde hace más de un año la ‘nomenklatura’ panista coincide en que la salida de Genoveva es urgente y necesaria; que ya no puede permanecer un día más en el cargo y que su sola presencia en nada contribuye a la unidad.
Como buena morenovallista la señora ve primero por sus intereses, en segundo lugar por sus conveniencias y en tercer lugar en sus beneficios.
Rivera Pérez es un operador silencioso, reservado, cauto. Sin hacer ruido, ni presencia mediática sabe tejer las circunstancias y en este momento ya tiene una carta para dirigir al PAN estatal. El presidente municipal electo no va a chocar, ni se va a confrontar con Genoveva; simplemente va a exponer la clara necesidad de un sano relevo en el Comité Directivo Estatal.
Llegó la hora del relevo.
Genoveva debe guardar las formas y salir con dignidad. Aunque es muy difícil que así lo entienda.
Parque Jurásico: el panismo saca a los dinosaurios.
Es cierto que el presidente López Obrador fractura a la sociedad mexicana con un discurso maniqueísta; la embestida visceral y profundamente emocional en contra de las clases medias incómodas, así como de intelectuales y periodistas críticos refleja que el mandatario no acepta ni siquiera la observación más pequeña.
Sobre los triunfos que obtuvo Morena en la pasada elección nada más hay que ver los perfiles de las personas que llegaron a las gubernaturas para percatarse que habrán de llenar sus estados de desaciertos y pifias.
En algunas regiones como Sonora y Guerrero la violencia no se detendrá; en absoluto. Simplemente el crimen obtendrá una patente de corso para operar impunemente.
En Sinaloa se concretará el anhelado deseo presidencial de consumar “abrazos, no balazos”; todos los analistas advierten que el próximo gobernador habrá de cohabitar abierta y públicamente con el cártel. Los Chapitos jamás serán molestados.
Y en Tlaxcala quedará demostrado que una gobernadora no moverá un dedo para desarticular las organizaciones de tratantes de mujeres. Un tema que en Palacio Nacional ni siquiera han mencionado.
Pero con todos estos errores de dimensión histórica la llamada Cuarta Transformación se mantendrá vigente en 2024 porque la oposición no tiene liderazgos, ni podrá crearlos antes de la siguiente elección.
Hace 27 años fue aquel célebre debate en el que Diego Fernández de Cevallos atropelló, arrolló a Cuauhtémoc Cárdenas y a Ernesto Zedillo; han pasado casi tres décadas, pero el llamado ‘Jefe’ continúa como principal golpeador del panismo.
En días recientes como pandillero arremetió contra Andrés Manuel a quien dijo: “Échele ganas presidente. No es lo mismo un animal político que un político animal”.
Por su parte Vicente Fox que hace 21 años vio sus días gloriosos, ahora convoca a no participar en la consulta contra expresidentes.
Mientras Morena tiene una tercia de Ases rumbo al 2024, la oposición sigue recurriendo a cartuchos que tienen más de dos décadas guardados en el cajón.
El panismo nacional no tiene liderazgos; semejan un Parque Jurásico y tienen que recurrir a sus dinosaurios para enfrenta al régimen obradorista.
El 2021 fue un excelente laboratorio electoral para identificar los puntos débiles del aparato. Pero con esas cartas, la oposición nada podrá hacer en la próxima contienda presidencial.
O ya veremos cuántos líderes surgirán en los próximos tres años.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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