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Corría el sexenio de Felipe Calderón; el visceral y arrebatado Gustavo Madero Muñoz era el presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN. Durante los meses previos a la imposición de María Luisa ‘Cocoa’ Calderón como candidata a la gubernatura de Michoacán, el líder albiazul ofreció una entrevista en la que declaró: ‘Los procesos internos son el resorte que impulsa nuestras candidaturas’. Evidentemente el chihuahuense nunca creyó en la nominación de la hermana de Felipe.

Profundo conocedor de las entrañas, las formas y la liturgia del panismo, Madero dejó impresa esa regla de oro: ‘Los procesos internos son el resorte que impulsa nuestras candidaturas’.

En horas recientes el académico Enrique Cárdenas Sánchez se registró por una coalición encabezada por el PAN a la que se sumaron PRD y Movimiento Ciudadano.

Pero no deben olvidarse las primeras reacciones que desató su nominación. Ahí están las cuentas de twitter de Blanca Jiménez, Jesús Giles, Marcelo García Almaguer, Javier Lozano Alarcón, entre otros.

La realidad es que Cárdenas no es panista y llega por una imposición que atropella un auténtico proceso interno. Enrique nada puede entender de estas líneas: no es político, nunca lo ha sido. Conoce los temas de actualidad porque lee los medios de comunicación; pero jamás ha tenido ni la más pequeña tarea en la administración pública.

Desconoce todo lo referente a las formas, los ritos del panismo dogmático y también es ajeno a las componendas del neopanismo y en concreto a los usos del morenovallismo. Es como un niño de primaria que entra al vestidor de un equipo de fútbol y piensa que por entrar ya pertenece a la escuadra.

La lectura es tajante: la ‘marca PAN’ atraviesa por un bache enorme. Tardará años en recuperarse. Los cuadros dirigentes, la élite azul sabe perfectamente que ésta es una elección perdida. Pero aún así hubieran participado en el juego si el candidato fuese un auténtico militante. Y Cárdenas no lo es.

El panismo poblano puede dividirse en tres grandes grupos. Primero la base militante, aquellos que son panistas de camiseta, ciudadanos independientes que no viven de la política. Segundo: el panismo dogmático y ortodoxo. Y en tercer lugar el neopanismo donde encajan los grupos aún afines al morenovallismo.

Primer frente. El verdadero panismo, la base militante, las clases medias que tienen la playera azul bien puesta nunca lo apoyarán. Por las razones que son públicas: no es panista; fue un crítico del albiazul y porque llega atropellando un proceso interno que aunque pequeño era legítimo.

Segundo grupo. Para el panismo dogmático, ortodoxo, para el Yunque y sus grupos satélites la presencia de Cárdenas nada representa. No es uno de los suyos, es más, representa la antítesis de sus preceptos ideológicos. El economista brinca a Morena, luego salta a su intentona de ser independiente y finalmente cae como candidato del PAN. Para los ideólogos del panismo poblano Cárdenas no es más que un oportunista.

Vamos al tercer bloque. Para los grupos pragmáticos, para el neopanismo y los círculos que aún son afines al morenovallismo impulsar a Cárdenas es una tarea inútil. Saben perfectamente que no tiene posibilidad alguna de triunfo. Apoyarlo sería tarea vana y estéril. Estos grupos están acostumbrados al juego de apostar a lo seguro, de obtener ganancias políticas. Repetimos son pragmáticos y no van a involucrarse en una aventura sin pies, ni cabeza.

¿Entonces cuál es el futuro de la candidatura del economista? Irremediablemente Cárdenas está destinado a caer en la trampa de la simulación.

Tanto el panista de a pie, como el ideólogo del Yunque e incluso el agente morenovallista lo van a saludar, le darán un apretón de manos y un abrazo; le prometerán el voto. Pero en cuanto den la media vuelta lo van a ignorar. Simplemente ningún grupo se casará con él.

Todos jugarán el viejo rol de la simulación. Pero Cárdenas no se dará cuenta hasta el día de la jornada electoral.

Al tiempo.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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