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Para el cierre de este proceso electoral queda claro que hay una asignatura pendiente; un tema sobre el que poco se trató.

Y ese rubro es el de la seguridad pública. El tema ha sido abordado en Cúpula desde hace años.

Concretamente en 2005 escribimos por primera vez sobre un convoy de camionetas Hummer que se movían en la zona de la mixteca poblana. En ese momento apenas estaba por resolverse la candidatura de Felipe Calderón a la presidencia de la República, pero en este espacio ya adelantábamos el incipiente, el imberbe surgimiento de la narcoviolencia. Esta Cúpula se publicaba en “La Quintacolumna”, entrañable y desaparecido portal.

En 2006 llegaría el sexenio fatídico; aquel que le “declaró la guerra al crimen organizado”. En 2007 los rotativos nacionales comenzaron a publicar la nueva realidad del país: “levantones”, ejecuciones a plena luz del día, cuerpos decapitados y cabezas colocadas en plazas públicas con macabros mensajes.

En la Puebla actual todavía se respira un aire de tranquilidad en comparación a los estados vecinos; Veracruz es una sucursal del infierno donde impera la ley de “plata o plomo”, el segundo estado con mayor número de desaparecidos, después de Tamaulipas; Morelos otro lugar asfixiante, donde el propio gobernador Graco Ramírez autoriza la inhumación clandestina de cientos de cuerpos reclamados. Y el Estado de México, la tierra presidencial, que ostenta el fatídico primer lugar nacional en feminicidios.

Ante ese escenario Puebla está en la gloria. Pero los nubarrones se aproximan de manera acelerada.

El talón de Aquiles del estado se encuentra en el llamado “Triángulo Rojo” conformado por los municipios de Palmar de Bravo, Acatzingo, Tecamachalco, Tepeaca, donde el crimen organizado ya está asentado, instalado.

La Vox Populi los ha señalado como “los huachicoleros”, pero esas bandas han dejado de controlar el negocio del robo de hidrocarburos, para dar paso al verdadero monstruo: el Cártel de los Zetas, así lo reconoció el mismo Procurador de Justicia Víctor Carrancá Bourget en entrevista con “Punto de Partida”.

El problema es que en meses recientes se han registrado enfrentamientos, balaceras como la de Palmar de Bravo en la que fueron abatidas cuatro personas. La noche del martes 31 un comando armado llegó hasta la comunidad de “La Purísima de Bravo” en el municipio de Palmar y con fusiles de alto poder masacraron a tres adultos y un adolescente. El conflicto va más allá de la versión oficial que apunta un “pleito entre huachicoleros”. En realidad estamos frente al choque de dos cárteles por el control de la “plaza” llamada Puebla.

En esta contienda que concluye los candidatos –de todos los colores y membretes-, no presentaron una propuesta real y tangible frente a este grave problema que amenaza con desbordarse.

El asunto debe tratarse con extremo cuidado porque va más allá de lo manejable. Los cárteles no son organizaciones estatales, más bien son redes nacionales con tentáculos en diferentes entidades y niveles de gobierno. Y cuando entran a una nueva plaza comienzan por controlar un área delictiva, pero posteriormente se van extendiendo a otras como la extorsión, la venta de armas, el secuestro, el tráfico de órganos, entre otros negocios criminales.

Por el bien de Puebla y de los poblanos todos, esperemos que el próximo gobernador sepa enfrentar al monstruo, antes de que siga creciendo.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com, sin mx.


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