Poco después de las 2 de la tarde del sábado 21 de mayo se publicaron varios tuits sobre el asesinato de una mujer en Camino Real a Momoxpan y Periférico.
Minutos más tarde la noticia causó un fuerte impacto social; fue un shock; un golpe que sacudió Puebla: la mujer ultimada era la abogada Cecilia Monzón Pérez.
De inmediato una ola de conmoción y estupor cubrió Puebla.
No tenemos antecedente semejante. Nunca antes vimos tantas expresiones de una profunda aflicción y pesar. El dolor colectivo fue manifiesto.
Ese día Puebla lloró a Cecilia Monzón, la mujer siempre sonriente, amable y positiva; la abogada combativa, echada para adelante; la activista siempre comprometida y solidaria con las mujeres que eran víctimas; la madre de un pequeño que nunca la volverá a ver.
Como una onda expansiva la conmoción y la indignación locales se trasladaron a la esfera nacional. Protagonistas, activistas y figuras políticas condenaron el crimen.
Es lamentable que el mayor acto de reconocimiento a Cecilia Monzón se dio cuenta ella ya no estaba en el mundo terrenal.
Hoy las voces se levantan en un reclamo, una exigencia de justicia.
No será difícil avanzar en ese tema.
La vida de Cecilia Monzón era un libro abierto, completamente transparente. Ella misma narraba sus actividades, pasiones, sus encuentros y desencuentros.
La abogada no tenía enemigos gratuitos. Se sabe bien que son tres los sujetos con los que tenía fuertes conflictos.
La Fiscalía General del Estado se habrá de enfocar en esclarecer el hecho que cimbró a Puebla. De eso no queda duda. El Doctor Gilberto Higuera Bernal utilizará toda la fuerza y los recursos de la dependencia para resolver este crimen
Pero nada devolverá la vida de Cecilia.
Su ausencia deja un hueco que nadie podrá llenar; el género femenino perdió una gran guerrera y defensora; muchas mujeres ya no tendrán a su lado a la persona que les daba voz.
Descanse en Paz Cecilia Monzón.
La Zona Metropolitana de Puebla (ZMP) sin estrategia de seguridad.
El crimen que segó la vida de Cecilia Monzón pone en evidencia la crítica situación de inseguridad que padece la Zona Metropolitana de Puebla (ZMP); la mancha urbana que conforman los municipios de la región centro del estado.
El tema lo abordamos desde hace meses y entonces señalamos que era urgente implementar políticas y estrategias de seguridad dirigidas expresamente a la zona conurbada.
Al mediodía del domingo 9 de enero un grupo de hampones se robaron cinco automóviles del restaurante Divará en San Pedro Cholula. Fue como quitarle un dulce a un niño.
En Cúpula ese acontecimiento nos dio la oportunidad de señalar que no existe una auténtica coordinación entre los gobiernos municipales de la ZMP.
Cada Ayuntamiento actúa como puede, con las ocurrencias que tiene y con las limitaciones que presenta.
Pero ni remotamente existe una coordinación en materia de seguridad.
El problema de la ola delictiva no debe verse de manera aislada; los criminales asaltan o asesinan en San Pedro Cholula y con toda facilidad en unos minutos guardan sus vehículos en una bodega de Ocoyucan o Coronango.
Las vialidades de Puebla hacen posible que cualquier auto o motocicleta atraviese la zona metropolitana en 30 minutos, cuando el número 911 apenas está procesando el llamado ciudadano.
Urge implementar una auténtica estrategia de coordinación en la ZMP.
Y ésta debe comenzar por la instalación de un sistema de videovigilancia con la mejor tecnología disponible.
La realidad en nuestro país es que hay pocos expertos en materia de seguridad y combate a la delincuencia. Y a los pocos que hay no les hacen mucho caso, pero el siguiente ejemplo es descriptivo.
En las grandes zonas urbanas el pivote de la seguridad es la videovigilancia.
En el año 2002 Andrés Manuel López Obrador era el Jefe de Gobierno del Distrito Federal, entonces su Secretario de Seguridad Pública Marcelo Ebrard presentó la propuesta de contratar la asesoría de la empresa Giuliani Partners cuyo presidente corporativo era el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani.
La tesis central del estadunidense era muy sencilla; cuando se permite un delito menor se está abriendo la puerta a uno mayor. Por eso la premisa se llamó “Tolerancia Cero”, no permitir ni los menores actos de vandalismo urbano.
Pero en México el contexto es muy diferente que en Nueva York, entonces ¿cómo controlar una de las urbes más pobladas del mundo donde no es posible tener una patrulla en cada colonia?
La respuesta de Giuliani fue inmediata: sistemas de videovigilancia; cámaras en las principales avenidas y los cruceros más concurridos; ahí donde circulan los ríos humanos.
Durante el gobierno de Marcelo Ebrard se instaló uno de los mayores sistemas de cámaras de todo el planeta. Así desde un centro de mando se puede seguir por kilómetros el trayecto y los movimientos de un delincuente.
Después, durante las gestiones de Miguel Ángel Mancera y Claudia Sheinbaum el sistema dejó de ser una prioridad, fue abandonado y quedó en deterioro. Pero aún hoy es evidente la alta eficiencia de ese aparato de videovigilancia.
En la Zona Metropolitana de Puebla (ZMP) nada hay de esto. Absolutamente nada.
Pese a que las últimas tecnologías ofrecen cámaras con mayor capacidad de definición, visión nocturna e incluso reconocimiento facial.
Pudiera hacerse un enfuerzo conjunto entre gobierno del estado y municipios para instalar un verdadero sistema de videovigilancia.
Ese sería el primer paso y después elegir mandos policiacos que tengan capacidad para ocupar esos cargos, porque hasta el momento solo hay remedos de policías.
Y las consecuencias las vemos en las calles.
Como siempre quedo a sus órdenes.
Tw @CupulaPuebla
cupula99@yahoo.com
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