Corría el año 2011, el morenovallismo apenas arrancaba sus modificaciones legislativas. Pero desde ese momento un grupo de diputados locales se reunió con el ejecutivo para exponer la necesidad de detener la unanimidad en todas las votaciones.
En la reunión textualmente se dijo: ‘Solamente en China y en Puebla se aprueban todas las decisiones de manera unánime’. El gobernador claramente se irritó con aquellos ‘diputadillos’ que pretendieron decirle cómo conducir el Congreso. Mitad con amenazas y mitad con bonos extras los conminó a que acataran sus indicaciones y no volver a contradecirlo.
Sin duda el morenovallismo llevó al poder legislativo a excesos, a extremos que lo colocaron en un punto crítico. Los abusos del poder son inobjetables, inapelables.
Pero hoy, con la entrada de mayoría de Morena estamos viendo el mismo radicalismo, pero en sentido contrario.
La actual legislatura no tiene ni orden, ni disciplina y tampoco capacidad jurídica. La postura del gobernador Antonio Gali Fayad de vetar algunas de las modificaciones legislativas se debe a que ya vieron la debilidad de su estructura jurídica.
La bancada de Morena está lejos, muy lejos de ser un verdadero frente reformista. Tienen todas las condiciones y las circunstancias para hacerlo; están en el centro de una encrucijada histórica, pero están llevando a la institución a un estado de espectáculo circense, una comedia, un mero show.
El tema de fondo es que los diputados morenistas no tienen pensamiento político de izquierda; no tienen una formación ideológica; no son auténticos activistas sociales. Jamás han tomado una causa ciudadana; nunca han enarbolado una lucha social.
Ninguno, absolutamente ninguno de los nuevos diputados de la llamada ‘izquierda poblana’ ha leído la obra de Flores Magón, José Revueltas o Enrique Semo.
En realidad se trata de expriistas, experredistas, incluso expanistas y algunos más sin formación política alguna, que solo llegaron al recinto con sed de vengar agravios con el morenovallismo.
No están reformando para construir un estado más equitativo y equilibrado. Lo que en realidad los mueve es vengarse de algún choque que tuvieron con Moreno Valle.
Lo mismo Espinosa, Maurer o Alonso Granados. En realidad solo están ahí para vengarse de sus conflictos personales con Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle. Estamos ante una vulgar revancha.
No hay una sola propuesta legislativa con un estricto sentido social. Todo se trata de apedrear la barda morenovallista, quitarle ladrillos y esperar a que el muro se derrumbe, de un momento a otro.
Y en ese sentido han llevado su puja personal a momentos que son verdaderamente hilarantes, patéticos como el de amenazar con solicitar la ‘desaparición de poderes’. Ni la solicitan, ni pueden lograrla. No tienen la estatura jurídica para una batalla de ese calado.
Los poblanos estamos ante un espectáculo, show.
Y repetimos: el morenovallismo llevó al poder legislativo a excesos, a extremos que lo colocaron en un punto crítico. Los abusos del poder son inobjetables, inapelables. Pero hoy, con la entrada de mayoría de Morena estamos viendo el mismo radicalismo, pero en sentido contrario.
Simplemente es deleznable.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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