Corría el año 2013; en las colonias y juntas auxiliares de Puebla se enfrentaban el candidato del PAN Antonio Gali Fayad y el abanderado del PRI Enrique Agüera Ibáñez.
Paulatinamente las sonrisas, el carisma y el don de gentes se iban imponiendo frente a la rigidez, la monotonía y el discurso de un rostro inexpresivo. Ese proceso mostró a Gali como un gran producto electoral. Su manera de acercarse a la gente fue el sello de la jornada. En la otra esquina se veía un candidato rígido, por momentos tedioso y aburrido. Las cirugías plásticas convierten a algunas personas en maniquís inmutables.
El tricolor quiso repetir el ‘efecto Doger’, convertir a un académico en una figura política, pero en ese caso resultó un desastre de enormes proporciones.
El punto central de ésta entrega de Cúpula es subrayar que durante las últimas dos o tres semanas de la campaña los mismos sectores sociales veían la inminente derrota del candidato del PRI.
En los actos que se llevaban a cabo en la Romero Vargas o en San Francisco Totimehuacan Agüera no lograba reunir a más de 30 o 40 personas. Los responsables de la campaña decían: ‘No sé qué pasa… fuimos a tocar puerta por puerta, pero la gente no vino…’ Los últimos mítines del académico anticipaban la catástrofe.
El mismo fenómeno se repitió el año 2016, ahora en la contienda por la mini gubernatura entre Blanca Alcalá y Gali. La señora se desgañitaba, vociferaba y gritaba: ‘¡Gobernador no pone gobernador!’, pero sus arengas no llegaban a más de 30 personas que también preferían alejarse de una fatalidad anunciada.
Básicamente esto se debe a la información que reciben los ciudadanos. Hace 30 años la sociedad poblana se nutría de El Sol de Puebla y Tribuna. Pero hoy tienen acceso a toda una gama de noticieros de radio, televisión, medios impresos, portales web y las ‘benditas redes sociales’.
Y aunque el señor Enrique Cárdenas Sánchez quiera imitar a Polo Polo soltando expresiones burdas, la realidad es que su campaña es la representación misma de la devastación política.
Es un candidato que no hace química con la sociedad; no despierta efervescencia, no enciende ni un pequeño instante de ánimo social.
Lo hemos dicho en el pasado, es una figura intramuros, pero allá en las calles, colonias y juntas auxiliares es la antítesis de un líder. Actos de unas decenas de personas, asistencias raquíticas, bostezos, así como una enorme y dramática indiferencia social lo demuestran.
Los asesores de Miguel Barbosa deben sugerir a su candidato ignorar la campaña del economista. Responder con aquella frase que ya se dijo: ‘Esa persona no es tema’. Al hablar de la guerra sucia, de los cárteles informativos de Jalisco solamente le están haciendo el juego al enviado de Marko Cortés.
En éste momento la estrategia debe ser hacerle el vacío. Enrique nada representa y nada despierta. Sus últimos mítines terminarán como aquellos de Enrique Agüera o Blanca Alcalá.
Es un abanderado que está agonizando en un charco de inanición social. Solo que él todavía no se da cuenta.
La noche del domingo 2 de junio verá que estuvo rodeado un enorme aparato simulador, pero que realmente fue un gran solitario en el que nadie creyó.
Al tiempo.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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