Antes de que iniciara la crisis por la pandemia ocurrió un suceso que reveló la vocación del gobierno estatal.
Hace poco más de un año, la mañana del jueves 9 de enero de 2020, un grupo de padres de familia realizó una protesta a las afueras del Hospital del Niño Poblano por la falta de quimioterapias y tratamientos para pequeños con cáncer.
En ese momento, de manera intempestiva, el gobernador Barbosa Huerta salió de Casa Aguayo y llegó hasta la explanada del nosocomio para hablar directamente con los padres de 53 niños que en ese momento eran atendidos. El diálogo fue de frente, extendiendo la mano de todos y cada uno de los progenitores. Las palabras del ejecutivo quedaron plasmadas en el alma de esos padres: “Ningún niño morirá en Puebla por falta de medicinas”.
A un año de distancia queda claro que se hizo todo para cumplir con ese compromiso moral. Nunca se volvió a registrar otra exigencia por la falta de insumos para los infantes.
En enero de 2020 el virus aún se veía como un suceso lejano; algo que ocurría del otro lado del mundo. Pero ese encuentro en el HNP habló de la vocación de Barbosa por atender las más sentidas demandas en salud.
Frente a la pandemia el gobierno de Barbosa Huerta ha presentado tres principales ejes de propuestas. El primero son los decretos que desde hace meses se aplican y que tienen un solo propósito: reducir la movilidad social; algo terriblemente difícil ante la actitud de los grandes sectores que insisten en seguir sus actividades como si nada pasara. Sin sanciones coercitivas, los decretos han sido llamados a la conciencia social, aunque a veces la respuesta no sea la esperada.
El segundo eje son los estímulos fiscales; toda una serie de medidas para que ciudadanos y empresas poblanas no lleven más cargas financieras en esta temporada crítica.
Hay que decirlo claramente; en otros estados de la República no se han presentado iniciativas fiscales para paliar el golpe a decenas de miles de empresas. Estamos ante una iniciativa netamente poblana.
El tercer eje son las modificaciones que se harán al Código Penal para procesar a particulares, incluyendo médicos, que oferten falsas vacunas y medicamentos contra el virus.
En nuestro país es una costumbre casi natural sacar a la venta productos que son verdaderos fraudes. Pero las legislaturas federal y locales en rara ocasión intervienen. En meses recientes a través de las redes sociales hemos visto cómo se ofertan “pruebas rápidas” para detectar el padecimiento. Se trata de enormes farsas.
Pero por supuesto la delincuencia no tiene moral y aprovecharán la angustia y la desesperación de la gente para ofertar falsas vacunas. Y en ese momento se van a encontrar con el duro brazo del gobierno de Puebla.
Las sanciones serán severas, hasta 7 años de prisión por la venta, distribución y traslado de falsas vacunas. Es decir, si un taxista se presta a llevar la supuesta panacea en su vehículo también podrá ser detenido y procesado al igual que algún médico inmoral que respalde la farsa.
Repetimos, en ningún otro estado de la República se están aplicando estas medidas.
Y tampoco hay quien lo recalque.
Dulcería poblana.
Reiterado llamado a remodelar edificios de la era morenovallista.
Hace meses hicimos este llamado a los funcionarios de la Secretaría de Infraestructura.
Si observamos qué tienen en común todos los edificios de la era morenovallista encontraremos dos puntos. El CIS de Atlixcáyotl, el CESSSA de San Francisco Totimehuacan o la Casa de Justicia de Tehuacán tienen algo en común; por supuesto aparte de que fueron construidos con sobreprecios estratosféricos.
Todos estos inmuebles no tienen ventilación. Se creó una corriente arquitectónica en la que el aire acondicionado sería el amo y señor. Pero como esos equipos tecnológicos fueron adquiridos en oscuras negociaciones bajo la mesa, eran de baja calidad y en la gran mayoría de los casos ya dejaron de funcionar.
Lo que urge para el regreso a la nueva normalidad es que la Secretaría de Infraestructura recorra todos esos inmuebles; derribe muros; convierta ventanales en ventanas y permita que la ventilación natural circule en los edificios.
Hace meses lo apuntamos. Ahora ante el recrudecimiento de la pandemia, frente el atroz avance de los padecimientos queda claro que esta propuesta tiene mayor vigencia que antes.
Los edificios públicos deben ser remodelados, adaptados a las nuevas circunstancias.
Aún faltan largos y penosos meses para que lleguen en forma masiva la vacuna y los medicamentos que puedan enfrentar al virus. Mientras tanto se debe hacer lo que se pueda.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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