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Solo basta asistir a uno de los eventos de Enrique Cárdenas Sánchez para percatarse del desastre que representa su campaña. Asistencias que no sobrepasan de 100 personas; discursos que solo provocan bostezos y aburrimiento; la lejanía total y absoluta de alcaldes emanados de Acción Nacional.

El morenogalismo en pleno se cruzó de brazos. Aquella estructura que va de punta a punta del estado se sentó en una banca y no piensan mover un dedo. No perdonan la imposición de Marko Cortés y van a demostrar que sin ellos cualquier candidato puede reventar de manera espectacular. Simplemente lo van a dejar morir solo.

Por su parte el economista siente el desprecio de las tropas de Moreno Valle y de Tony Gali y les responde con veladas y sutiles críticas. En horas recientes reprochó la entrega de tinacos azules que se dio en el pasado. Entre ambos frentes hay una guerra de baja intensidad. Ya hay una zanja, solo que cada día la hacen más profunda.

Cárdenas nunca realizó campaña alguna y por ende desconoce e ignora que todo desemboca el día de la jornada en la operación de un ejército electoral, un gran maquinaria movilizadora.

Ese aparato lo tienen los morenogalistas y el domingo 2 de junio se van a quedar viendo la televisión. No van a mover un dedo por el académico y es muy probable que termine con una votación por debajo del tricolor.

La candidatura de Cárdenas es un pequeño alebrije hecho de papel periódico. Solamente se sostiene con las notas de los medios que cubren su campaña; pero no tiene fuerza alguna. Es un candidato más débil que Jiménez Merino.

Cárdenas está abandonado a su suerte, solo que hay algunos factores que lo han beneficiado. La crisis de Morena desatada por Alejandro Armenta y Alejandro Rojas Díaz Durán ambos empleados de Ricardo Monreal fue una herida que estuvo abierta por días y semanas.

En horas recientes se asegura que Armenta ha desistido de proseguir con su impugnación ante el Tribunal Electoral, pero en realidad todos saben que es una falsa tregua. Por debajo de la mesa seguirán golpeando al candidato de Morena.

Pero la revelación que merece especial atención es la acusación de Barbosa en contra de Enrique Alfaro, gobernador de Jalisco. A decir del abanderado poblano, el jalisciense está impulsando la guerra sucia en su contra tratando de beneficiar a Enrique Cárdenas.

Evidentemente todo lo que haga Alfaro será tarea vana y estéril. A Cárdenas nada, ni nadie lo salva. Pero no deja de llamar la atención que desde éste momento está arrancando otro proyecto transexenal con sede en Jalisco.

Barbosa quedó en medio del fuego de dos apresurados y precipitados aspirantes presidenciales: Ricardo Monreal Ávila y Enrique Alfaro Ramírez. Sin embargo los esfuerzos de ambos resultarán infructuosos. A estas alturas del partido las tendencias ya son irreversibles.

Cárdenas es víctima de su propia imposición y Jiménez quedó convertido en una pálida sombra bajo el escándalo Mario Marín.

Dice ‘El arte de la guerra’: toda batalla está ganada o perdida aun antes de ser peleada.

Y la sucesión en Puebla está más que decidida.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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