Una de las diferencias sustanciales, medulares entre la presidencia de López Obrador y la gubernatura de Barbosa Huerta será que en Puebla no habrá contemplaciones, ni clemencia para los emisarios del pasado.
En el sentido de llamar a cuentas a funcionarios anteriores, el mandatario federal ha sido en extremo cuidadoso. Pero esa misericordia no tendrá lugar en la gestión barbosista.
Los anuncios se han hecho públicos. La ratificación de Karen Berlanga Valdés como titular de la Secretaría de la Contraloría anticipa que muchos morenovallistas serán citados por una ex compañera del mismo grupo.
Las versiones apuntan que las áreas de salud y educación serán exhaustivamente auditadas. De inmediato las especulaciones se han desbordado y los índices apuntan a que Jorge Aguilar Chedraui será objeto de una profunda investigación. E incluso hay quien ya lo ve en el mismo lugar que José Alfredo Arango García.
Sin duda, desde el punto de vista político, el morenovallista JACH es una suculenta pieza de cacería, un magnífico trofeo para colgar en la sala del barbosismo.
Pero hay otras áreas que de ninguna manera deben soslayarse.
Al margen de las oficinas ya señaladas, el gobernador electo Barbosa Huerta no debe omitir aquella dependencia que bajo la gestión de Víctor Antonio Carrancá Bourget cometió no solo aberrantes faltas administrativas, sino también las más infames mezquindades y el crimen de la indiferencia frente a las víctimas de los delitos.
La gestión de Carrancá fue el hoyo más profundo y oscuro de la era morenovallista. No solo debe señalarse la incapacidad, la incompetencia y la desidia del entonces fiscal. También debe agregarse que durante su periodo se hizo una costumbre el desdén, el desprecio y la indiferencia frente al dolor de las víctimas.
Hay varios temas para investigar, como el misterioso robo a la bóveda de la fiscalía y el posterior encubrimiento; la adquisición de una Suburban con blindaje propio de un Jefe de Estado y algunas anomalías en la nómina de la dependencia. Sin duda hay material de donde cortar.
Amplios sectores de la sociedad poblana ya han olvidado la funesta gestión de Carrancá. Y es que un hombre se ha echado a cuestas la responsabilidad de lavarle la cara a la Fiscalía.
En septiembre de 2018 llegó a Puebla el Doctor Gilberto Higuera Bernal; un profundo conocedor de los recovecos de la procuración de justicia, un profesional de la investigación en toda la extensión de la palabra.
Pero no solo eso, el nuevo fiscal tiene la sensibilidad social, el tacto humano y la responsabilidad política que pocos, muy pocos funcionarios han mostrado. Un funcionario probo que en unos meses de gestión ha mostrado una notable entereza.
Sin embargo, para la gestión barbosista se hace imperioso llamar a cuentas a aquellos que tienen deudas morales con la sociedad poblana. Y uno de ellos es Carrancá.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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