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Es cierto que aún falta un largo trecho para el 2024, pero desde este momento hay factores que están mostrando las condiciones de la ruta.

Mientras algunos senderos se muestran allanados y apacibles, pero hay otros caminos que parecen zonas de combate, terrenos accidentados y llenos de zanjas.

En este momento las condiciones se muestran sumamente adversas para Alejandro Armenta Mier quien enlazó, enganchó sus aspiraciones a la figura del Senador Ricardo Monreal Ávila.

Hace unos meses cuando el zacatecano estuvo en Puebla, Alejandro fue la figura adjunta, el aliado local, el primer monrealista.
Pero en las últimas semanas se han desencadenado una serie de sucesos que son poco favorables para su grupo.

Luego de las elecciones del 6 de junio de 2021, Morena perdió importantes bastiones en la Ciudad de México. Desde la noche de los conteos claramente se habló de una traición al interior del partido del presidente.

En la cúpula lopezobradorista, en el primer y segundo círculo que conforman Claudia Sheinbaum y Dolores Padierna, directamente se culpó a Monreal de orquestar una operación en contra.

La reacción del mandatario fue evidente en la conferencia de prensa del día siguiente. Quedó en claro que el Senador Monreal ya no era persona grata.

Pero apenas era el primer desaguisado.

Un mes después, el 5 de julio vendría aquella declaración en la que AMLO habló sobre sus posibles sucesores.

“¿Quiénes pueden sustituirme? Primero hay que tomar en cuenta que será el pueblo el que va a decidir, ahora del flanco progresista liberal hay muchísimos como Claudia (Sheinbaum), como Marcelo (Ebrard), Juan Ramon De La Fuente, Esteban Moctezuma, Tatiana Clouthier, Rocío Nahle, muchísimos, y relevo generacional”.

Desde ese momento Monreal ya no estaba contemplado en el ajedrez presidencial. Públicamente Ricardo reprochó la exclusión y los ánimos se crisparon.

El miércoles 22 de diciembre se dio a conocer la detención de José Manuel del Río Virgen por parte de la Fiscalía de Veracruz. El despliegue contra el operador de Monreal gestó una notoria molestia en el zacatecano quien detonó toda una estrategia de presión.
En la Cámara Alta se creó la “Comisión Especial para investigar la existencia de probables abusos de autoridad y violaciones al Estado de Derecho en Veracruz”.

En realidad era una lanza dirigida a buscar la caída del gobernador jarocho Cuitláhuac García Jiménez. Ese sería un tercer desencuentro.

El cuarto fue la embestida mediática que se dio la mañana del domingo 9 de enero cuando se publicaron dos entrevistas a Monreal Ávila que desataron un pandemónium. En ‘Proceso’ el controvertido legislador acusó que el presidente López Obrador “lo minimiza”; en tanto que en ‘Reforma’ señaló que los radicales de Morena “acabarán con el país”.

Pocos días después, el 24 de enero, se dio una fractura inusual y atípica al interior del Senado de la República cuando 31 de 61 legisladores de Morena mostraron su inconformidad con la “Comisión Especial” y por supuesto con Monreal.

En ese momento versiones de pasillo apuntaban a la posible remoción del líder senatorial.

Tuvo que intervenir el Secretario de Gobernación Adán Augusto López para serenar las aguas. Era el portador de las instrucciones del presidente de la República.

En este contexto destaca el notorio mutis, el silencio y la manera en que Alejandro Armenta se sustrajo de la efervescencia. Su más reciente intervención en tribuna fue para abordar el problema de la obesidad infantil.

El hombre de Acatzingo queda bajo dos fuegos. Por un lado no se quiere involucrar en las encendidas polémicas de su líder, pero por el otro se acercan dos episodios en los que Monreal pedirá una lealtad absoluta a su gente.

Lo que viene en el Senado son dos pruebas, dos misiones propias de operadores de alto nivel.

En primer lugar el reto inmediato es la aprobación de la Reforma Eléctrica, un proceso en el que Estados Unidos está metiendo la mano hasta la cocina.

Y el segundo desafío será la Reforma Constitucional para dejar a la Guardia Nacional como órgano dependiente y supeditado de la Secretaría de la Defensa Nacional. La militarización de facto y de iure de la nueva corporación federal.

La primera encomienda, la eléctrica es complicada; pero la segunda, la militar, lo es doblemente, porque desde un inicio se señaló que la Guardia Nacional tendría una esencia civil, alejada de las fuerzas castrenses. Y hoy la intención presidencial es dar un giro de 180 grados.

Ahí Monreal va a necesitar de todos y cada uno de sus soldados, incluyendo al Senador Armenta a quien le pedirá que por una temporada se olvide de la obesidad infantil, tome su escudo y lanza y se sume a la madre de todas las batallas: la de sostener el liderazgo de la Cámara Alta.

Alejandro tendrá que decidir entre seguir con un perfil bajo o sumarse de lleno a las batallas de su jefe político y con esto tatuarse la etiqueta de monrealista.

Por otro lado, en un proyecto distinto, en la otra Cámara, el diputado federal Moisés Ignacio Mier Velazco navega en un apacible velero, lejos de toda convulsión.

Son dos formas de conducirse en el azaroso río de la política.

Mientras Armenta tomó el caudal más impetuoso y agitado, Mier Velazco se condujo de la forma que siempre lo ha hecho, por los canales de la prudencia y la institucionalidad.

Queda otro flanco por analizar.

Desde mediados de 2021 el gobernador Barbosa Huerta trazó su óptica de la sucesión y afirmó que le gustaría un perfil ciudadano, una figura de la sociedad civil.

No lo expresó como tal, pero se entiende que prefiere una carta ajena a las pasiones encontradas, alejada de las fobias y el encono que desatan las tribus.

Barbosa Huerta considera que una figura ajena al crispado ambiente partidista sería lo ideal.

Aún falta un largo trecho para el 2024, pero ésta es la situación de los protagonistas que habrán de influir en la puja por la próxima gubernatura de Puebla.

Que conste que desde este momento lo leyó aquí, en Cúpula.

Como siempre quedo a sus órdenes.

Tw @CupulaPuebla

cupula99@yahoo.com


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