Las publicaciones nacionales deben leerse en su justa dimensión. Ningún gobernador está exento o libre de polémicas que lleven expresiones locales a la esfera de los medios de la Ciudad de México. Es algo natural, propio del ejercicio del poder.
La gestión del controvertido Mariano Piña Olaya fue exhibida en varias entregas de ‘Plaza Pública’, la columna de Granados Chapa; en el sexenio de Manuel Bartlett la revista Proceso en un par de ocasiones denunció el ‘secuestro’ de su edición en la entidad poblana; Melquiades Morales encabezó un gobierno mesurado que nunca generó mayor efervescencia, pero el llamado ‘Góber Precioso’ Mario Marín Torres fue multi señalado en medios nacionales por una crisis que él mismo desató con la ayuda de su fiel escudero Valentín Meneses.
Pero sin duda quien fue el ojo del huracán en los medios nacionales fue Rafael Moreno Valle Rosas. Los diarios Reforma, La Jornada, así como la misma revista Proceso le dedicaron decenas de notas y encabezados en vida. Las publicaciones después de la caída del Agusta XE-BON deben considerarse aparte.
La primera cornada nacional sobre Barbosa Huerta debe leerse en éste contexto: ya no hay gobernadores intocables, infalibles y mucho menos inmaculados.
Lo que en realidad debe evaluarse es la presentación periodística y el impacto social.
En cuanto al contenido debe subrayarse que la nota adolece de entrevistas o citas a fuentes serias, como académicos, catedráticos o estudiosos del acontecer político poblano.
Tampoco presenta datos duros o referencias a fuentes formales como el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública o la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.
Por encima de todo se cita a José Juan Espinosa como la referencia medular; se le otorga la calidad de infalible e inapelable, como si fuera el pivote de la vida de Puebla.
La realidad es muy distante de lo impreso.
La siguiente comparación es elocuente y descriptiva; es como si una nota sobre Emilio Lozoya citara como fuente central a Jesusa Rodríguez o a Félix Salgado Macedonio.
Lo cierto es que Espinosa está librando una guerra personal contra Barbosa para tratar de evitar una serie de procesos legislativo, administrativo y penal en su contra. Las modificaciones para retirar el fuero de la ley poblana colocan al controvertido diputado con un pie en un juzgado penal.
Aquí no hay una lucha en favor de la ‘legalidad’ o la ‘pulcritud’; tampoco existe una auténtica defensa de los poblanos contra ‘el placazo’.
Lo que Espinosa está haciendo es crearse la atmósfera de ‘perseguido político’ como una manera de protegerse.
La alusión que se hace al caso Felipe Patjane es otra prueba de ligereza. Los actos irregulares, las empresas fantasma como proveedoras, la compra de facturas, los delitos fiscales y patrimoniales en que incurrió el edil de Tehuacán están a la vista de todos los ciudadanos. No existen ‘acusaciones armadas’ sobre un desastre que provocó un desfalco de 120 millones de pesos.
La realidad es que estamos ante la primera cornada nacional contra Barbosa; su periodo de gobierno apenas está iniciando, es de esperarse que habrá otras embestidas.
Sin embargo una nota no definirá una gestión. Para Barbosa aún falta mucho camino por recorrer.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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