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Ya quedó claro que Claudia Rivera Vivanco será sostenida como alcaldesa de Puebla. No importa el desastre en materia de inseguridad y violencia; tampoco la ingobernabilidad y el ambulantaje que se observan en toda la ciudad; mucho menos el subejercicio de más de mil millones de pesos. El próximo año la Angelópolis recibirá menos recursos que en 2018, porque la federación encontrará ese deplorable subejercicio.

Todas las áreas de la administración pública municipal están colapsadas. Sin embargo Rivera será sostenida en el Charlie Hall, solo para demostrar que hay ‘gobernabilidad’.

El costo será enorme, descomunal. Simplemente no se puede medir, evaluar, ni sopesar. La carga de sostenerla la llevarán los poblanos todos los días durante los próximos dos años.

Finalmente habrá un salvaje voto de castigo contra Morena. Los ciudadanos no perdonarán una gestión tan accidentada y funesta.

No importa que pasen dos años de conferencias de prensa ‘mañaneras’. El manto de López Obrador no alcanzará para cubrir el desastre que Rivera Vivanco dejará en las vidas de los poblanos. Sobre todo el tema de la inseguridad y la violencia será acremente juzgado por la sociedad civil.

Sostener a Claudia parece una medida política para evitar el ‘efecto dominó’ que pudiera arrastrar a Felipe Patjane en Tehuacán, Karina Pérez Popoca en San Andrés Cholula o Norma Layón Aarún en San Martín Texmelucan.

Pero se está ignorando la indignación e irritación social. Esos elementos no se pueden medir en el momento; es un proceso a largo plazo.

La efervescencia de los grupos sociales es un agua que hierve a fuego lento. Durante semanas o meses puede no percibirse, pero cuando causa ebullición nada la puede contener.

Los terribles candidatos elegidos se convirtieron en fatídicos gobernantes que están dejando un saldo de sangre. Ese es el término: saldo de sangre.

Su incapacidad para conducir las administraciones municipales se está traduciendo en ciudadanos muertos o heridos.

Y este punto, el de la inseguridad es el que más agravia a la sociedad.

En Veracruz no fue la corrupción de Javier Duarte de Ochoa la que provocó la caída de los gobiernos priistas; en Chihuahua no fue la voracidad de César Duarte Jáquez la que abrió la puerta al PAN. Para el pueblo la corrupción administrativa es un mal menor.

Lo verdaderamente imperdonable es la incapacidad, la negligencia y aún más la complicidad ante la violencia.

Claudia Rivera Vivanco es un cero a la izquierda en la lucha contra la inseguridad y ello tarde o temprano traerá un enorme costo social y político para Morena.

La sociedad jamás perdonará el agravio en contra de su integridad familiar o personal.

Jamás.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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