Hay una línea que separa la auténtica lucha partidista de la abierta y visceral confrontación; hay una brecha entre la crítica interna y desatar un escándalo mediático; hay un abismo que divide el debate con un adversario a la completa descalificación.
Alejandro Armenta Mier rompió todas las reglas no escritas de un proceso interno. Atrás dejó la civilidad para adentrarse en una puja arrebatada, enfebrecida.
Utilizó a medios de comunicación que son sus aliados para atizar las descalificaciones y denuestos contra Barbosa Huerta. La urbanidad que debe caracterizar al ejercicio político quedó atropellada.
Detrás de Alejandro iba su colérica cómplice, la diputada federal Inés Parra, quien a grito pelado retaba a la presidenta Yeidckol Polevnsky a sacar las manos del proceso interno. Ambos estaban exaltados, desbordados, simplemente fuera de control.
El Armenta que hoy aparece en un video con un mensaje conciliador y armonioso nada tiene que ver con aquel que fue grabado en reuniones frenéticas que pretendían detener la carrera de Barbosa.
El gobernador electo y principal morenista de la entidad lo ha dicho con todas sus palabras. En el ejercicio de su administración ‘no habrá perdón, ni olvido’ frente a los excesos del pasado. Pero la misma premisa debe aplicarse a la vida interna de Morena.
Hace unos días Inés Parra, discípula de Armenta, ofreció una rueda de prensa en Tehuacán donde señaló que Barbosa había contraído un ‘pacto de impunidad’ con Jorge Estefan y que además era un ‘gobernador ilegítimo’.
Esas expresiones solo pueden leerse como la línea que dicta aquel que alguna vez pretendió la mitad de las posiciones del gabinete barbosista. A ese grado llegó Armenta, simplemente encrespado ‘exigió’ que se le entregara la mitad del gobierno.
Las declaraciones de Parra deben leerse como la extensión de la emocionalidad del aspirante de Acatzingo.
Si Barbosa perdona esos agravios el día de mañana se va a arrepentir.
Por la simple razón de que el enemigo interno no cejará en su intento de desestabilizar y manchar su gestión. A Armenta y a Parra no les motiva un interés ideológico, sino un visceral revanchismo.
Hoy bajan la guardia y el tono de voz; Alejandro hace un video lleno de mensajes de conciliación. Pero Barbosa cometerá un grave error si se deja convencer.
Si hoy Gabriel Biestro da marcha atrás en el proceso interno, al día siguiente comenzará un proceso de desestabilización sobre la administración de Barbosa.
También debe tomarse en cuenta que Armenta es el reflejo local de las acciones de Ricardo Monreal. La expulsión de Alejandro e Inés Parra sería el mensaje idóneo al receptor indicado: ‘No vamos a permitir que en el 2021 y 2024 enturbies procesos internos en aras de tus intereses personales’.
Al zacatecano Monreal no le han puesto un alto, pese a que está documentada toda una estela de deslealtades y complicidades a espaldas del presidente López Obrador. Una buena estrategia, una verdadera lección que no tocaría su investidura de senador sería la de procesar a sus aliados e incondicionales.
Generoso lector, guarde esta entrega de Cúpula; si Barbosa recula, tarde o temprano se va a arrepentir.
Al tiempo.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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