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La frivolidad se entiende como: ‘Actitud ligera e inclinada a divertirse y tomar las cosas con poca seriedad, ligereza o superficialidad. Acto o dicho frívolo, es superficial o poco serio’.

La definición es precisa y exacta para describir el proceder y la conducta de la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco. La funcionaria se presentaba a los primeros actos públicos calzando tenis (acto que por cierto otros frívolos le aplaudían); se disfrazaba de catrina; se ponía a bailar con un grupo de mujeres; realizó un viaje a Austria, pero jamás explicó a qué fue y ahora presenta un ‘Reality Show’ en el que aparece limpiando las aceras en el centro de la Angelópolis.

La gran pregunta es: ¿Quién asesora a esta señora? ¿Quién le aconseja convertir su encomienda pública en una serie de espectáculos tan frívolos como irresponsables?

Rivera nada está resolviendo, nada está aportando. Solamente monta pequeños ‘sketches’ entendidos éstos como un subgénero de la comedia banal y simplona. Y piensa que eso es gobernar.

Sus desatinadas actuaciones contrastan radicalmente con lo que Barbosa propugna: una política de fuertes compromisos sociales; de una honda responsabilidad en el tema de la seguridad; de un rompimiento total con las formas oscuras y turbias del morenovallismo.

Lo que Barbosa hace y proclama es lo contrario, lo inverso a lo que actúa Rivera Vivanco.

Evidentemente el gobernador electo no quiere ofrecer la impresión de que varios municipios poblanos están sumergidos en una grave, alarmante ingobernabilidad, incluida la ciudad de Puebla.

Jamás aceptará que Morena cometió el descomunal error de postular a figuras como Claudia que nunca estuvieron preparadas para ocupar esas altas responsabilidades.

Si el futuro mandatario da la orden de que la Auditoría Superior del Estado de Puebla (ASEP) realice una profunda indagatoria sobre los montos emanados del ambulantaje y los giros negros se encontrará con cifras escandalosas. Y es que se trata de enormes cantidades de dinero que no están entrando a las arcas municipales.

Ante esto las circunstancias obligarán al próximo ejecutivo a elegir entre un escándalo mediático de 48 horas o sostener un desastre de tres años.

Quienes propugnan por la revocación del mandato de Rivera Vivanco, saben que habrá un estruendo mediático nacional. No habrá una crisis política, muchos menos administrativa; lo único que ocurrirá será un gran ‘show’.
Para que caiga Claudia se deben dar dos condiciones esenciales.

Primera.- Que se demuestren mediante auditorías e investigaciones administrativas las irregularidades en que está incurriendo. En éste sentido la alcaldesa está muy bien asesorada porque hasta el momento no ha dejado huellas públicas de las anomalías; pero éstas saldrán luego de una profunda investigación por parte de la ASEP.

La segunda condición será que los grandes sectores representativos: las cámaras y asociaciones del sector privado, así como las universidades y todas las agrupaciones civiles que puedan sumarse soliciten formalmente al Congreso del Estado la destitución de Rivera.

Ante las pruebas de las anomalías, el desastre en materia de seguridad y las constancias de los grupos empresariales y sociales la permanencia de Claudia será políticamente imposible.

Barbosa estará tentado a sostenerla para evitar ese escándalo de 48 horas en que la remoción de la presidenta de Puebla aparecerá en todos los medios nacionales. Pero el costo político de esa efervescencia de dos días será mucho menor a sostener a Rivera en el Charlie Hall durante tres años.

El panismo ya utiliza la debilidad extrema de la alcaldesa y se preparan para capitalizar todo el caos.

Si la cúpula del poder político no actúa de manera firme sobre Claudia las secuelas serán devastadoras y en las elecciones intermedias de 2021 pagarán las consecuencias en las urnas.

Al tiempo.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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