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Héctor Alonso Granados se ha convertido en parte de una funesta fauna política; sus expresiones grotescas, carentes de la más elemental sensibilidad revelan a un personaje con poca capacidad de razonamiento y quien ni remotamente debe ocupar un cargo público.

Sin embargo en medio de sus alegatos expresa un punto que es verdadero; le están pasando una factura política con todo e intereses. Tanto José Juan Espinosa como Alonso Granados son el ejemplo del nuevo ‘estilo personal de gobernar’. De acuerdo a la añeja expresión de la izquierda mexicana todo indica que para Miguel Barbosa Huerta ‘no hay perdón, ni olvido’.

Tanto Espinosa Torres como Alonso Granados fueron de los agentes que quisieron enturbiar el proceso interno de Morena. Y hoy con la fuerza de la verdad el poder legislativo simplemente les aplica lo que dicta la mayoría.

Solo enrarecieron todo lo que estaba a su paso: la vida interna del recinto legislativo; las formas que se deben guardar dentro de su partido político y sobre todo la lealtad que le deben a quien ocupa el principal cargo en la entidad.

Todo lo que hemos visto en los últimos días obedece a una línea. Estamos ante el primer manotazo de Barbosa y todo indica que como éste habremos de ver muchos más.

Dulcería poblana.

Masacre en Tlacotepec de Porfirio Díaz revela penetración de grupos criminales.

Corría el año 2008; el entonces diputado local José Benigno Pérez Vega, mejor conocido como Pepe Momoxpan, tenía la intención de realizar una gira de trabajo por el municipio de Tlacotepec de Porfirio Díaz; esa demarcación se ubica en plena Sierra Negra y colinda con el estado de Veracruz.

Los hechos le dieron la vuelta al país. Por órdenes del presidente municipal Gorgonio Merino, el legislador fue emboscado por policías municipales, fue severamente golpeado y arrojado a un barranco. Estaban todas las evidencias de un criminal abuso de autoridad, pero el entonces Secretario de Gobernación Mario Montero Serrano se encargó de proteger al alcalde.

El episodio fue una oportunidad para exhibir el grado de descomposición en que entraban algunos municipios poblanos, particularmente los de la Sierra Negra: ediles con grupos de gatilleros contratados en el estado de Veracruz; mandos policiacos convertidos en brazos delictivos; tráfico de armas de alto poder.

Eso fue en 2008 cuando todavía no se empoderaba la industria criminal del huachicol. A 11 años de distancia la situación es mucho más grave y delicada.

En horas recientes de dio a conocer el hallazgo de 8 cuerpos que presuntamente eran huachicoleros y fueron masacrados por un grupo rival en ese municipio de Tlacotepec de Díaz.

Desde hace meses los pobladores de la Sierra Negra hablan de convoyes de camionetas que llegan del estado de Veracruz; grupos de 15 a 20 hombres todos armados con fusiles de alto poder; sicarios que dialogan con presidentes municipales de la región; entre otros aspectos afines.

Ahora en ese paraíso poblano ya se observan las mismas escenas que en la Tierra Caliente de Guerrero o en la Sierra de Michoacán.

Las autoridades de Seguridad Pública estatal señalan que no tienen conocimiento de tales hechos. Será responsabilidad del nuevo gobierno reconocer la gravedad de la situación y actuar en consecuencia.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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