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Desde hace semanas anticipamos cuáles serán los ejes de gobierno de Miguel Barbosa Huerta. Sin duda el punto central de su administración será la ruptura con las prácticas del pasado. Para el candidato electo representa una necesidad política, e incluso emocional, levantar un gran muro que lo separe del pasado que tantas veces ha denostado.

En estos días Barbosa concedió una entrevista a Iván Mercado en la que delineó los cinco ejes sobre los que busca impulsar una nueva relación con los 217 ayuntamientos poblanos.

Durante el pasado debate electoral el abanderado de Morena ya había anticipado su compromiso medular: renovar las policías municipales en un plazo de 100 días. En su momento lo apuntamos; se trata de una tarea titánica, descomunal. Sobre todo, en una entidad en que la delincuencia ha permeado en incontable cantidad de municipios.

En Cúpula citamos el ejemplo de ‘El Coyote’ un sujeto que era Regidor de Gobernación en Ajalpan, protegido del edil Gustavo Lara Torres y quien resultó ser el líder de una de las principales bandas de asalta tráileres; traficante de indocumentados y barón del huachicol en la Sierra Negra. Todo un capo, pero gracias a la protección de un Ayuntamiento pudo operar sin problemas durante 4 años y 8 meses.

Estas son las cinco estrategias que dibuja Barbosa para gobernar los 217 municipios.

Primera garra.- Para esta etapa de Puebla Barbosa propone en primer lugar la creación de contralorías municipales reales ‘para garantizar que cada acto de gobierno esté ajustado a la ley’.

De entrada, de inicio, de arranque el candidato electo se dará cuenta de que el cargo de contralor solo existe en 20 o máximo 30 municipios poblanos. Es decir, en el mejor de los casos hay 187 ayuntamientos que no tienen contralor. Y es muy poco probable que puedan tenerlo. Lo esperado es que el funcionario sea abogado o contador, por lo que será muy difícil integrar a un profesionista a comunas que se encuentren en las regiones serranas.

Segunda garra.- Órganos de transparencia reales, ajustados al Sistema Estatal de Transparencia.

Aquí el escenario será aún más dramático. No más de diez municipios poblanos tienen oficina de transparencia y las pocas están en calidad de elemento decorativo. Esa área es la gran ausente en el 95 o 96 por ciento de los Ayuntamientos.

El caso emblemático es la administración de Claudia Rivera Vivanco ya que nadie sabe las cantidades que ingresan por concepto de giros negros y ambulantes. Algunos cálculos se atreven a señalar que la cifra alcanza los 10 millones de pesos al mes. Pero todos esos rubros están en una absoluta opacidad.

Tercer zarpazo barbosista.- Órgano de combate a la corrupción real, ajustado al Sistema Estatal de Combate a la Corrupción.

Aquí van a comenzar los problemas. Los alcaldes se sienten amos y señores en sus feudos y es casi imposible que una oficina subalterna les señale actos de corrupción, so pena de sufrir un atentado en un camino rural.

La cuarta garra.- Garantizar que la obra pública que se licite en cada municipio es legal; que no se lleve a cabo con corrupción.

En este rubro la gestión de Claudia Rivera Vivanco no tendrá problemas porque ni siquiera hace obra pública. Quien se verá en apuros será el edil de Tehuacán Felipe Patjane quien otorgó obra a empresarios cercanos, sin licitación de por medio.

Quinto mecanismo.- Reestructurar las policías municipales. Repetimos es un reto titánico.

Todo éste esquema es el mayor y más complejo reto que jamás se haya propuesto un gobernador. Y es que debe decirse con todas sus palabras: los últimos mandatarios fueron complacientes en exceso con los ediles.

Hagamos un repaso de las últimas décadas. Mariano Piña Olaya no gobernaba; esa labor correspondía al ‘Tío Beto’, Alberto Jiménez Morales quien era como otro padre consentidor para los ediles de su tiempo.

Luego llegó Manuel Bartlett Díaz quien siempre gobernó viendo Puebla a través de los ojos de Jaime Aguilar Álvarez. Pese a que era mencionado como un mandatario de mano de dura, la realidad es que dejó que los alcaldes hicieran lo que quisieran.

Melquiades Morales Flores era incapaz de echarse enemigos encima por lo que prefería hacer oídos sordos cuando le informaban de las corruptelas de los presidentes municipales.

Mario Marín Torres veía el interior de la entidad a través de sus hermanos. Ellos se ‘entendían’ con los munícipes para ‘arreglar’ temas como candidaturas y cuentas públicas. Hablar con Roberto era el pasaporte a una vida sin problemas.

En el sexenio morenovallista bastaba con que cualquier presidente municipal firmara el programa ‘Peso sobre peso’ para convertirse en intocable, era como adquirir la inmunidad propia de un diplomático.

En el breve periodo de Tony Gali Fayad no hubo tiempo ni de apretar tuercas, ni de facilitarles el paso a los ediles. Fue un intermedio sin sobresaltos.

Hoy Barbosa presenta un programa que es una verdadera garra. Si esos cinco puntos se aplican, por lo menos una veintena de ediles terminará en el penal más cercano a su municipio. Porque la realidad es que la política poblana está hundida en un fango de lodo.

Frente a esto ya veremos qué puede hacer el próximo gobernador.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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