En su momento las palabras violentas, iracundas e incisivas de la diputada federal Inés Parra, quien abiertamente trató de regañar a la lideresa nacional Yeidckol Polevnsky, llegaron hasta el escritorio principal de Palacio Nacional.
Y lo mismo sucedió con las peroratas del saltimbanquis Héctor Alonso Granados; expriista, exmarinista, exmorenovallista, ahora morenista. El sujeto que ha pasado por todas las corrientes políticas de Puebla siempre causando estropicios y destrozos. Su respetabilidad y seriedad políticas son inexistentes. Pero sus palabras también llegaron a quien todos los líderes morenistas de este país deben informar.
Y los señalamientos son directos: el autor intelectual de esta guerra sucia es Alejandro Armenta Mier azuzado por el colérico y visceral Ricardo Monreal Ávila.
La elección del candidato de Morena se encuentra en un proceso más que avanzado. Sobre el caso Puebla tanto el mandatario federal como la lideresa del partido se han expresado. Sin embargo hay quienes pretenden ir en contra de lo piensa la cúpula nacional.
Cada día surgen más argumentos que ratifican la posición y la preeminencia de Miguel Barbosa Huerta. La entrega más reciente del columnista Salvador García Soto habla de fuertes cantidades de dinero en torno al Tribunal Electoral. Todos esos apuntes refuerzan la percepción que tienen en Palacio Nacional sobre la lucha de Barbosa.
Pese a este escenario Armenta persiste en su campaña negra. Pero ante los ojos del primer morenista del país, esa guerra sucia solo lo ha demeritado.
Tanto los discursos de Inés Parra como los argumentos de Héctor Alonso Granados en nada han cambiado el tramado preelectoral y solo han lesionado la imagen del mismo Armenta a quien ahora ven como un factor de conflicto y ruptura.
Lamentable.
Marcelo extiende el acta de defunción del morenovallismo. Surge el galicismo.
La renuncia de Marcelo García Almaguer era previsible. La pérdida de Martha Erika Alonso y Rafael Moreno Valle fue un devastador, demoledor golpe emocional para todo su grupo. Pero de manera especial causó un agudo impacto en el comunicador político. Por días fue evidente la honda aflicción y pesadumbre que llevaba a cuestas.
Luego, la votación de los legisladores panistas en la elección del gobernador interino lo había golpeado severamente. Entonces hizo un video en el que mostraba el oscuro nubarrón que lo embargaba. Su salida de Acción Nacional era cuestión de tiempo.
Queda claro que luego de la retirada de Eukid Castañón, ahora la renuncia de García Almaguer representa el acta de defunción del morenovallismo como grupo político.
41 después de la caída del Agusta el más fiel de los seguidores de Rafael abandona el barco.
De inmediato el exgobernador Tony Gali Fayad acudió a darle cobijo con sus palabras. Es evidente que lo quieren de su lado; reconocen su capacidad operativa; saben de sus aciertos y también de sus errores.
Pero lo necesitan para la conformación de un nuevo bloque que será el galicismo. Sí, un grupo heredero del morenovallismo, pero distinto, con esencia propia. Una versión independiente en todos los sentidos. Así como fue el breve periodo de Gali Fayad, con una personalidad política autónoma.
La salida de Marcelo de su partido es la fotografía que representa el fin de una era.
Es, repetimos, el sepelio de un grupo político, pero al mismo tiempo el nacimiento de otro.
Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com
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