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La política se basa en señales e indicios. De arranque la gobernadora Martha Erika Alonso solicita un diagnóstico sobre el clima de inseguridad y violencia que flagela al estado. Pero la indicación va dirigida a uno de los mejores policías que ha tenido Puebla.

El Secretario de Seguridad Pública Fernando Rosales Solís es, sin duda, uno de los mejores expertos en la materia. Conductor de la Fiscalía Especializada en Secuestros y Delitos de Alto Impacto (FISDAI), el abogado entregó resultados sobresalientes en su área. Mientras el resto de la fiscalía que encabezaba el funesto Carrancá se caía en pedazos, el departamento de Rosales se mantenía con un tren de trabajo impecable.

Fue su labor la que permitió que el nuevo responsable de la Secretaria conociera a fondo el estado. Su operatividad recorrió desde Huauchinango hasta Izúcar de Matamoros. Tiene una radiografía completa de los crímenes de alto impacto; sabe cuáles son las principales bandas delictivas; tiene identificados a los líderes de esos grupos criminales. Es la persona con el mayor conocimiento de la geografía delictiva de Puebla.

El nombramiento de Rosales es uno de los más atinados del gabinete. Y es a él a quien la gobernadora Alonso encargó un diagnóstico en el momento más crítico de la entidad.

La designación de Rosales y la solicitud de una radiografía a la brevedad son señales que indican la gravedad que la gobernadora presta al tema. No debemos referirnos a este punto como la ‘inseguridad’, porque esto va más allá. La realidad es que algunas regiones del estado han entrado en una vorágine de violencia incontrolable.

Las imágenes que han mostrado a huachicoleros o ‘huachigaseros’ agrediendo a efectivos del Ejército Mexicano; hordas que apedrean y con palos rompen faros de las unidades, nos da la dimensión del problema.

Estamos ante el hecho de que el crimen organizado tejió toda una base social. En cada municipio, en cada junta auxiliar y colonia crearon redes de apoyo social. Hoy el estado se enfrenta a una problemática mucho más compleja que la delincuencia organizada por si misma. Hoy existe todo un tramado social que cobija y encubre a esas organizaciones.

Las falsos retenes que se extienden por distintas carreteras y el robo a trenes son temas de atención urgente.

El reto para Rosales Solís es mayúsculo. Entrar a poblaciones como Palmarito o Acatzingo a detener a un líder puede representar una crisis de consecuencias incalculables.

El diagnóstico, la radiografía sobre la situación del estado deberá estar en el escritorio de la gobernadora Alonso en cuestión de horas. No puede permitirse el lujo de que sean días y mucho menos semanas. En cualquier momento puede ocurrir una situación de crisis en Cañada Morelos, en Amozoc o Esperanza.

Y en ese diagnóstico indiscutiblemente aparecerán las deficiencias, los errores que por omisión o por acción de Jesús Morales Rodríguez permitieron que la espiral de violencia ascendiera sin control. Tarde o temprano Rosales Solís se encontrará con las huellas de la incompetencia o de la complicidad del ex Secretario de Seguridad.

Al tiempo.

Como siempre quedo a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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