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Las palabras del gobernador Barbosa Huerta se deben medir con una regla milimétrica. Cada palabra tiene un peso específico y una resonancia especial.

El ejecutivo estatal subraya que ninguna dependencia de su gobierno se involucró en las elecciones. Lo cual es completamente cierto. Ni los titulares de Gobernación, Finanzas o Movilidad se involucraron en el proceso.

Ya no sucede lo que veíamos en el morenovallismo que desde las oficinas salían los recursos y los operadores para las contiendas.

Pero es claro que el mandatario tiene sus preferencias y de la misma forma tiene desafectos.

Sobre la personalidad afable de Barbosa Huerta hemos abundado en otras ocasiones. Fue el mismo gobernador quien le tendió la mano a Claudia Rivera Vivanco para emprender un programa policiaco en el concepto de mando mixto.

En más de una ocasión Barbosa perdonó las deslealtades, el doble juego y la simulación de Claudia. La veía como una niña irresponsable e inconsciente y disculpaba sus excesos.

Y cuando la alcaldesa abrió fuego contra el huésped de Casa Aguayo lanzando videos tan irracionales como llenos de inquina, Barbosa guardó silencio; cuando Rivera lanzó todo tipo de ataques, denuestos y campañas sucias, el ejecutivo no respondió.

Simplemente guardó silencio y esperó que las circunstancias se acomodaran. A diferencia de otros tiempos, el gobernador no grita, no vocifera, tampoco lanza celulares contra la pared. Simplemente espera que el agua tome su nivel y las cosas caigan por su propio peso.

Hoy Claudia Rivera está en un rincón de la historia; señalada como una de las peores alcaldesas del país y sin duda la más corrupta que haya visto Puebla.

Es imposible encubrir los excesos y las anomalías administrativas. Tarde o temprano toda esa corrupción y voracidad tendrán consecuencias en los juzgados poblanos.

No es lo Barbosa quería; queda constancia de que una y otra vez le tendió la mano.

Pero Claudia cavó su propia tumba política.

¿Qué se dijo en la reunión entre Barbosa y Armenta?

El día de ayer, lunes 7, el ejecutivo poblano nuevamente mostró su carácter afable y le tendió la mano a otro de sus adversarios gratuitos, el senador Alejandro Armenta Mier.

Durante cerca de 40 minutos conversaron en privado. Nadie sabe exactamente lo que se dijo en esa reunión.

Pero queda claro que Barbosa exhortó, invitó a Armenta a cancelar esa actitud invasiva, retadora, provocadora. También le debió sugerir que no intente meter la mano en defensa de lo indefendible.

Ojalá Armenta sepa valorar la actitud generosa del gobernador, quien parece no estar dispuesto a permitir un agravio más.

Alejandro es uno de los principales activos políticos de Puebla y sin duda tiene un futuro promisorio, pero se debe quitar esa costumbre de la confrontación, la mayoría de las veces innecesaria.

Eduardo Rivera Pérez es el último clavo en el ataúd del morenovallismo.

2021 es la antesala, el preámbulo del 2024. El lunes 7 inició la puja por la próxima gubernatura.

El mandatario también dijo en su videoconferencia de prensa que cada proceso electoral tiene sus circunstancias y que en este momento no se puede hablar del 2024.

Pero esta claro que el triunfo contundente de Eduardo Rivera lo coloca en una posición privilegiada. En todo el estado comenzaron las reuniones de panistas que señalan a Genoveva Huerta como autoritaria y visceral, pero que ven en Lalo al líder que puede contribuir a la recomposición, a la reintegración del blanquiazul.

El triunfo en Puebla capital realmente es el último clavo en el ataúd del morenovallismo.

Las huestes panistas piden una jefatura sensible que sepa convocar y que la señora del Geno-cidio se vaya a su casa.

Como siempre quedó a sus órdenes en cupula99@yahoo.com


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